Reseña audiovisual: Portales, la última carta – Lídice Varas

Portales, la última carta
Dirigida por Paula Leonvendagar
Chile, 68 minutos, español, 2010

 

Paula Leonvendagar, directora de Portales, la última carta, es una cineasta afortunada, pocas veces en la vida se tiene la oportunidad de estar filmando algo y encontrarse con otra historia, mucho más grande.

Hay que tener suerte, es cierto, pero sobre todo hay que tener ojo, porque —y esto es frecuente— una idea fija en la cabeza de un obcecado no entrega novedades, a lo más comprueba una hipótesis. Suerte y mirada, esta son las dos virtudes de Portales, la última carta, suerte por ser la única con cámara en mano filmando en febrero de 2005 durante la excavación de la Catedral de Santiago; y mirada para descubrir que en la figura de Diego Portales había material suficiente para revivir un emblema contradictorio y ponerlo en tela de juicio hoy, 176 años después de su muerte.

La historia de Leonvendagar podría haber sido el relato de un hallazgo; un documental sobre cómo, a partir de una excavación, se encuentran un par de tumbas; un trabajo audiovisual sobre un equipo de artesanos, jornaleros, curas e historiadores que encuentran en las catacumbas de la catedral los restos momificados de personajes de la patria. Podría haber sido la historia de una proeza arqueológica, pero los restos que aparecen son los de Diego Portales y con ellos la oportunidad de volver sobre una pieza clave del imaginario nacional.

A diferencia del documental histórico, este no es un resumen de historia ni un reportaje bien documentado, funciona más como un recorrido con dos preguntas de fondo: ¿quién fue Portales?, pero sobre todo ¿quién es hoy? Desde ahí, a partir del peritaje forense, los comentarios de historiadores como Alfredo Jocelyn- Holt, Gabriel Salazar y Rafael Sagredo se va configurando el retrato de un estadista, un comerciante, un mujeriego, un deslenguado, un visionario y un conservador. Pero además incluye un cuento paralelo, una animación a partir de cartas y libros que le pone voz y rostro a ese Portales alejado de los libros de historia que no se arruga en decir que hay que violar la Constitución cuando las circunstancias lo ameritan o que el orden social se mantiene por el peso de la noche.

Si bien en la propuesta de la directora y de la productora Sólo por las Niñas hay un tono que se equilibra entre lo didáctico y lo revisionista, el documental no ambiciona contar la historia definitiva, elige que otros sean los que hablen, configurando así una mezcla ambivalente de un comerciante derivado en político, un ministro impetuoso, un vividor interesado en la eficiencia y el orden, donde los propios historiadores lo enjuician sin ponerse de acuerdo. Y si bien la voz en off y el tono casi adolescente que da vida a Portales ensucian la estructura y le restan potencia a la ambigüedad que suscita el personaje, el documental trae de vuelta una discusión no tanto sobre los propios líderes, si no sobre esas miradas que hoy revisan e interpretan la historia.

Ver y descargar película aquí.