Reseña audiovisual: Mapa Fílmico de un país: El mapa no es el territorio – Lídice Varas

Un plano. En el cine, lo más simple es el plano. Es la unidad base, la toma que va desde que se acciona el disparador de  la cámara hasta que se apaga. Es la elección de un momento, es la decisión más difícil que puede tomar un director. No hay casualidad en el plano, no hay azar en la elección de dónde poner la cámara. Lo que sucede dentro, es otra cosa. Los documentalistas de Mapa Fílmico de un País –MAFI lo saben. Su proyecto recupera el acto más puro de la historia  del cine: hacer discurso con el plano fijo y contar desde ahí una historia. MAFI nace en 2011 de la cabeza de cuatro realizadores audiovisuales (Christopher Murray, Antonio Luco, Pablo Carrera e Ignacio Rojas) para formar una plataforma de colaboración de piezas documentales de Chile. Las reglas son sencillas: plano fijo, duración breve, sonido limpio del registro; el resto es observación, paciencia y un ojo entrenado para captar la realidad. La apuesta de MAFI es volver a los inicios del cine. Christopher Murray siempre cuenta que la motivación está en esas primeras piezas de la historia del cine —la de los obreros saliendo de la fábrica, la del tren llegando a la estación—, cuando sin recursos como la música, el audio, los efectos especiales, los directores no tenían otra arma más que el plano y la capacidad de registro, el poner la cámara, esperar y saber mirar.

Siglos después esa misma intencionalidad cobra sentido en los retazos documentales que exhibe MAFI. Primero porque detrás de esa aparente sencillez, el lenguaje cinematográfico cobra toda su potencia. El montaje, por ejemplo, se hace más evidente, no se trata de unir piezas diferentes, sino de dar sentido a un momento, saber dónde empieza y termina un plano. En La marcha de los perros, uno de los cientos de cortos disponibles, la cámara se encuentra en la mitad de la calzada, a ras de suelo. Según el mismo Murray, lleva más de una hora grabando y no ha pasado nada. Él y su equipo están ahí porque hay una marcha estudiantil, sin embargo, en términos estrictamente documentales, aún no hay historia. En un principio, la idea era mostrar desde una calle vacía cómo el grupo de personas se acerca, pero llevan más de una hora esperando y la tentación de ponerse la cámara al hombro e ir a donde hay movimiento es mucha. Pero esperan, de repente al medio del plano, aparece un hombre  y varios perros. Le ladran y lo empiezan a atacar, el hombre les pega, la gente lo ayuda, en medio se escucha “el que no salta es paco”. Todo dura un minuto y treinta segundos. La pieza fue portada de Las Últimas Noticias, las agrupaciones animalistas condenaron la acción del hombre y otros varios hablaron sobre la metáfora entre la lucha estudiantil y los perros de la calle. Más allá de todo el revuelo y las tesis, la pieza da cuenta de varios aspectos que son puramente cinematográficos: de las varias horas de grabación se selecciona un breve fragmento que contiene una acción que es capaz de encender el debate; la paciencia es premiada con una toma vibrante de emociones y contradicciones, después de que acaba, seguimos preguntándonos qué pasa. De eso se construye el cine.

Por otra parte, está la selección del encuadre. Desde dónde mirar y desde ahí tomar partido. Ejemplo de esto se ve en Colocado no cobra, en el plano vemos a nueve personas en un fondo de patio observando un partido de fútbol, no vemos la televisión, tampoco escuchamos el relato, lo sabemos porque de repente se paran y celebran un gol. La elección del encuadre es clave. Miramos reacciones desproporcionadas. No sabemos quiénes juegan ni de qué se trata, da lo mismo si es un partido importante, la preocupación está en situarse detrás del objeto que genera esa reacción. Si esto fuera publicidad, el registro estaría en el partido, en la cámara lenta minutos antes del gol; si esto fuera noticiario, tendríamos entrevistas a los ganadores y vencidos; pero lo que tenemos es cine en estado puro, un plano y la decisión de contar otra historia. Sucede lo mismo en La bandera movilizada. Un plano cenital muestra los momentos previos a que un grupo en marcha comience a moverse, de a poco la bandera que cargan en sus hombros completa el plano y lo cubre por completo, desaparecen las personas pero las intuimos bajo la bandera, porque esta se mueve. Este encuadre es atípico no lo veríamos jamás en un noticiario; porque la preocupación acá está justamente en lo que el plano no muestra pero es capaz de decir, porque las tomas de MAFI son como haikús bidireccionales, que funcionan en varios sentidos y con múltiples interpretaciones. Hay en ellos también una cuidada producción.

En prácticamente todas las realizaciones participa un equipo en los que hay investigadores, productores, sonido, asistentes y dirección. Muchos de ellos son pensados a partir de investigaciones o recortes de prensa, lo que da cuenta de una intención que equilibra lo cinematográfico con la idea de registro. Muchos planos no funcionan y se desechan, otros sencillamente no entregan lo que se buscaba, no es cosa de poner la cámara y esperar a que algo suceda. En La diversión total, por ejemplo el plano muestra a un grupo de personas en un juego de Fantasilandia a punto de partir, en primera línea está el operador. Él está serio y contrasta con las caras y gritos de los que están arriba de la máquina. En algunas secciones no vemos a las personas y solo queda el operador con el rostro que casi no se modifica. Si la pieza funciona como documental es justamente por el contraste, entre el rostro duro y la algarabía de los asistentes. Sin embargo, en la etapa de producción los realizadores se dieron cuenta de que el operador casi nunca se pone en esa posición, por lo que no había plano ni historia. Hubo que pedirle que se moviera un metro para que sucediera. ¿Se modifica la realidad? No, aunque los puristas vean en ello manipulación, lo que aparece es un relato construido a partir de las herramientas discursivas del lenguaje audiovisual y, de nuevo, eso es cine.

Cada uno de los cortos que se despliegan en la plataforma MAFI son partes de un retazo de esta idea de mapa. Los realizadores provienen y filman desde diferentes partes del país y el proceso curatorial es intenso. Todos los cortos dispuestos al unísono, sin jerarquías, son un territorio desde donde extraer ideas e intenciones de un país con ojos diversos. Un territorio que no obedece a la contingencia ni a la urgencia televisiva, no solo por los temas que aborda, sino porque sus enfoques dan cuenta de otra forma de mirar la identidad. En un país en el que documental supera a la ficción, MAFI contribuye a la construcción de una autoría colectiva, colaborativa y territorial para rearmar con fragmentos la idea de realidad.

Mapa Fílmico de un País: www.mafi.tv