Editorial – Observatorio Cultural

Este emblemático artefacto de Nicanor Parra hubiese sido una buena portada para el número 24 de Observatorio Cultural. Más allá de ilustrar y destacar lo evidente respecto de los 100 años del poeta, sin duda resultaba interesante el hecho de que nuestro Consejo de la Cultura —en tanto institución cultural pública del país— escogiera este artefacto para dar cuenta del valor y el sentido de la antipoesía. Parra (2014)^[1]Bendetti, M. (2014). Nicanor Parra, o el artefacto con laureles. Extraído el 5 de octubre 2014 desde http://nicanorparra.uchile.cl/entrevistas/index.html define los artefactos como el resultado de la explosión del antipoema y al antipoema como un conglomerado de artefactos a punto de explotar.

Al publicar el artefacto hacemos eco del improperio por el auricular, extendiendo su sentido hasta nuestra publicación, pues nos interpela de diversas formas (es una explosión): desde lo que entendemos por cultura hasta las dificultades detrás de su institucionalización. Es decir, aquellas paradojas en las que caemos cuando, en el afán de impulsar y proteger lo cultural, diseñamos proyectos, programas y políticas que de alguna forma circunscriben y priorizan algunas prácticas culturales por sobre otras; o bien, cuando simplemente reconocemos que cualquier comprensión amplia acerca de lo que es cultura estará, por definición, truncada respecto de lo que una institución que hable en su nombre puede ofrecer.

El sociólogo Manuel Antonio Garretón (2014)^[2]Garretón, J.M. (agosto 2014). Panel 2: Diversidad Cultural y Desarrollo Social. Exposición presentada en la XI Convención Nacional Cultura: Derechos Culturales y Diversidad Cultural, Temuco, Chile destaca un problema similar cuando señala cómo el aparato institucional es ajeno a los procesos donde se construye el sustrato cultural de una sociedad.

Una de las lecturas del improperio del artefacto —“sí conchetumadre”— da cuenta de la paradoja de alojar a la cultura en un lugar, en una casa de. Hay desafíos y problemas al alojarla en un aparato. Al mismo tiempo, el improperio exclama y afirma que aquello que se aloja en la casa, no es solo un funcionario molesto por la interrupción del teléfono, es también un garabato, emblema del decir cotidiano y propio de una comunidad. Una cuestión básica del sustrato cultural, que la obra de Parra ha utilizado para dinamitar nuestros prejuicios, conceptos y normativas que justamente impiden que la cultura sea el piso de nuestras vidas.