Educación artística, formación ciudadana y derechos – Pablo Rojas Durán

La formación ciudadana en Chile

Recientemente, la Cámara de Diputados de Chile aprobó el proyecto de ley enviado por el Ministerio de Educación, que crea el Plan Nacional de Formación Ciudadana y Derechos Humanos, con el que se busca formar ciudadanas y ciudadanos activos(as), responsables, participativos(as) y comprometidos(as) con el rol que tienen en la sociedad. Esta iniciativa legal comienza ahora en el Senado su segundo trámite constitucional para su aprobación definitiva.

El objetivo del proyecto, como ha señalado la ministra Delpiano, es: “que todo establecimiento, de acuerdo a su proyecto educativo, establezca un plan de formación ciudadana, es decir, que esto no quede más como una medida transversal, muchas veces oculta y muchas veces no tratada en el currículum”. De esta manera se garantizará que todos los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado cuenten con un plan explícito para abordar la formación ciudadana en los niveles de educación básica y media, que integre y complemente las definiciones curriculares en esta materia. Con este fin, el Ministerio de Educación se compromete a apoyar a los establecimientos en el diseño y ejecución de estos planes.

Con ello se busca avanzar en un concepto de formación, en y para la ciudadanía, que trascienda al tradicional formato de educación cívica, consistente en conocer las instituciones y las bases de la república, ampliándose a la participación y convivencia civil, a la interacción ciudadana reflejada en cómo nos tratamos cotidianamente, cómo resolvemos nuestras diferencias, etc. Nos acercamos así a la visión de la Unesco expresada en el Informe Delors, de aprender a vivir con otros o convivir.

La ciudadanía se ejerce a través de un conjunto de derechos y responsabilidades que permiten a las personas participar e influir en las decisiones que trascienden su particularidad, y que les otorgan una identidad, como parte de un colectivo mayor. Quienes conforman una comunidad manifiestan una identidad compartida que les permite tejer lealtades entre sí para alcanzar un objetivo común.

Otros países han avanzado en esta línea, como Colombia y Costa Rica. Este último, a través del proyecto Ética, Estética y Ciudadanía que, en su enfoque sobre una educación ciudadana y para la ciudadanía, señala: “hay un conjunto de valores que son fundamentales en la formación ética y ciudadana: valores como la justicia y la equidad; la autonomía, entendida como antítesis del autoritarismo o el mero tutelaje; la tolerancia y el respeto y aprecio de la diversidad; la expansión de la libertad en su sentido amplio de capacidad: soy libre cuando tengo la libertad real de ejercer mis capacidades y mi potencial; la dignidad como derecho a una vida buena y, en especial, como derecho a no ser humillado, a no ser tratado –ni sentirse– como menos que nadie. La solidaridad y la simpatía: la identificación con las demás personas. La responsabilidad con nosotros, con los otros y con el entorno. El derecho a los sentimientos: el regreso a una educación sentimental.”

¿Qué sabemos sobre participación y formación ciudadana de los(as) estudiantes escolares en Chile? El año 2014, la Agencia de Calidad de la Educación publicó el documento Indicadores del Desarrollo Personal y Social de los Estudiantes Chilenos, en base a la información de los Cuestionarios de Calidad y Contexto de la Educación, aplicados el año 2013 a estudiantes de 4º, 6º y 8º Básico y de 2º Medio. Se construyeron índices que miden cada uno de estos indicadores y sus dimensiones, en base a las respuestas sobre los distintos aspectos evaluados, a saber: autoestima académica y motivación escolar; clima de convivencia escolar; y participación y formación ciudadana. Este último considera las dimensiones de participación, sentido de pertenencia y vida democrática.

Sobre la vida democrática se consideran las percepciones que tienen los estudiantes sobre el grado en que el establecimiento fomenta el desarrollo de habilidades y actitudes necesarias para la vida en democracia. Se incluye la expresión de opiniones, el debate fundamentado y reflexivo, la valoración y respeto hacia las opiniones de los otros, la deliberación como mecanismo para encontrar soluciones, la participación y la organización de procesos de representación y votación democrática.

De acuerdo al documento, en 4º Básico el 13,6% de los(as) estudiantes señala que existe una baja vida democrática en su establecimiento, mientras que en 6º Básico el 20,3% indica lo mismo. Por su parte, el 38,4% de quienes cursan 4º Básico y el 31,4% de los alumnos(as) de 6º considera que la vida democrática es alta.
En tanto, en 8º Básico y en 2º Medio el porcentaje de jóvenes que percibe una baja vida democrática en su establecimiento es de 17,3% y de 17,7%, respectivamente. Por su parte, el 19,0% de los(as) estudiantes de 8º Básico y el 17,0% de los de 2º Medio considera que en su establecimiento existe una vida democrática alta.

Si entendemos que el desafío es “formar ciudadanos activos, responsables, participativos y comprometidos con el rol que tienen al interior de la sociedad”, lo primero es que esto suceda al interior de su comunidad, en este caso de su escuela.

Visión del rol de la educación artística, la ciudadanía y los derechos

Además de la dimensión cognitiva y formativa, los procesos de formación ciudadana deben considerar el desarrollo de competencias ciudadanas, es decir, la integración de un conjunto específico de conocimientos, capacidades y destrezas que abren la posibilidad de actuar e incidir en la vida colectiva social y política. Dichas competencias, necesarias para la vida democrática, son la de comunicación y deliberación, la de resolución y manejo pacífico de conflictos y la participación-representación.

El desafío de actuar e incidir en la vida social y política del país, es decir, de ejercer su condición ciudadana en la construcción de un proyecto común, tiene el dinamismo propio del devenir de los procesos sociales y políticos del mundo contemporáneo, afectados por macro procesos sociales como la globalización, la migración y los cambios culturales, lo que implica la integración de nuevos procesos científicos y tecnológicos, entre otros.

En la Segunda Conferencia Mundial sobre la Educación Artística, desarrollada en Seúl el año 2010, los temas de la diversidad cultural y la cohesión social mediante la educación artística, fueron ampliamente reflexionados. En su exposición, Jean-Pierre Guingané afirmó que “la educación artística constituye un medio para desarrollar la sensibilidad personal, la inteligencia emocional, la percepción de los demás, la capacidad de análisis comparativo y la comprensión de la diversidad”. Señaló además que la educación artística “es capaz de contrarrestar el impacto negativo de la mundialización, con la homogenización cultural que esta conlleva, cultivando la creatividad del individuo con su propio sentido de identidad.”

Sin desmerecer los dos primeros objetivos/desafíos de proyección para la educación artística (acceso y calidad), se reconoce la relevancia que ha ido adquiriendo para el desarrollo social y cultural, expresado en el tercer objetivo establecido en el documento resultante de la conferencia del 2010: “Aplicar los principios y las prácticas de la educación artística para contribuir a la solución de los problemas sociales y culturales del mundo contemporáneo.”

Específicamente se propone “apoyar y fortalecer la función de la educación artística en la promoción de la responsabilidad social, la cohesión social, la diversidad cultural y el diálogo intercultural”, además de “fomentar la capacidad de responder a los principales problemas mundiales, desde la paz hasta la sostenibilidad, mediante la educación artística.”

Para el logro de estos propósitos, se pueden desarrollar acciones tales como dar prioridad al reconocimiento del contexto específico de los(as) estudiantes y estimular las prácticas pedagógicas que en cada localidad les resulten pertinentes, considerando a los miembros de grupos minoritarios y los migrantes; fomentar y fortalecer el conocimiento y la comprensión de expresiones artísticas y culturales diferentes; incorporar las competencias en materia de diálogo intercultural y pedagogía; centrar las actividades de educación artística en una amplia gama de temas sociales y culturales contemporáneos; ampliar las dimensiones multiculturales en la práctica de la educación artística y aumentar la movilidad intercultural de estudiantes y docentes para impulsar la ciudadanía mundial.

Claves para una educación artística capaz de alcanzar estos objetivos

El currículum de nuestro país considera un tiempo obligatorio para las artes, específicamente musicales y visuales, en todos los niveles, desde la educación parvularia en adelante, garantizando con ello el acceso para todos los niños, niñas y jóvenes a experiencias educativas artísticas, al menos en estas dos áreas. El objetivo primero de la conferencia de Seúl parece cumplirse: “Velar por que la educación artística sea accesible, como elemento esencial y sostenible de una educación renovada de gran calidad”. Es sabido que el mero cumplimiento de una normativa no es garantía de cumplimiento del objetivo de fondo, en este caso, una educación renovada de calidad. De ahí el objetivo 2 de Seúl, que explicita y enfatiza en la calidad: Calidad en las actividades, en los programas y por lo tanto, en su concepción como en su ejecución. Solo así se logrará que esta se reconozca “como base del desarrollo equilibrado, creativo, cognitivo, emocional, estético y social de los niños, los jóvenes”.

¿Cuáles son las características de una educación artística de calidad? Anne Bamford señala entre otras:

  • Colaboración activa entre escuelas e instituciones artísticas (artistas, docentes y comunidad local).
  • Responsabilidad compartida en planificación, implementación y evaluación.
  • Oportunidades de exposición y representación pública.
  • Combinación entre educación en artes (formación disciplinaria) y a través de las artes (aprendizaje con enfoque artístico y creativo).
  • Elementos para reflexión crítica, resolución de problemas y asumir riesgos.
  • Énfasis en la colaboración.
  • Mentalidad inclusiva, abierta a la posibilidad de todos(as).
  • Estrategias de valoración del aprendizaje, la experiencia y la evolución de cada estudiante.

Para conseguir una educación artística de estas características se requiere una formación continua de docentes, artistas y comunidad, como también de estructuras escolares flexibles y límites permeables entre la escuela y la comunidad.

Sin embargo, si bien podemos esgrimir que en Chile hay condiciones aseguradas para el acceso, no podemos, en cambio, decir lo mismo respecto de la calidad, particularmente en los primeros años de enseñanza básica en el sistema municipal, donde se concentra la mayor cantidad de horas para las artes, ya que sabemos que la gran mayoría de quienes tienen a su cargo este tiempo lectivo no poseen una formación disciplinaria adecuada para ello, así como también sabemos que, cada vez más, las universidades formadoras de profesoras y profesores de enseñanza básica disponen de menos ramos artísticos en su oferta curricular. Esto nos sitúa una vez más en el campo de la desigualdad de nuestro sistema educacional, dado que en la gran mayoría de los establecimientos privados, las horas de arte y de música, desde los primeros años, son asumidas por profesores(as) especialistas, permitiendo un proceso de mayor calidad tanto en el diseño y la planificación, como en el ejecución y la evaluación de las actividades de aprendizaje en artes.

Asimismo, la segunda condición tampoco está garantizada, ya que los límites físicos de la escuela son cada vez más rígidos e impermeables, ampliando la “caja negra” ya no solo al aula sino que al espacio educativo en general. Las restricciones administrativas impuestas por los sostenedores y el nivel central, la parcelación y sobrecarga curricular y las “urgencias” incompatibles con los “procesos” educativos, son algunos de los factores que han ido encerrando a la escuela, aislándola de su comunidad y de los procesos sociales y culturales de su entorno.

 

La experiencia del CNCA: el Programa Acciona y los Centros de Creación

Algunas experiencias de colaboración activa entre arte, cultura y educación, como el Programa Acciona del Consejo de la Cultura, entregan luces sobre cómo es posible revertir este escenario para avanzar en garantizar un acceso de calidad y pertinencia territorial.

La primera clave es que el programa se entiende como un proceso de arte educación, desarrollado de forma colaborativa por un dupla formada por un(a) docente(a) de la escuela y un(a) artista o cultor(a) externo a ella, que generan un diagnóstico y una planificación conjunta para desarrollar un proyecto (proceso) anual con un grupo curso o grupo de estudiantes. Las artes actúan como un vehículo para el desarrollo de la creatividad y la construcción de conocimiento. Esta experiencia se extiende en el mismo establecimiento con varias duplas.

La reflexión pone al centro a los(as) estudiantes, con sus historias y contextos, sus capacidades y necesidades, y el objetivo de colaborar con sus procesos de aprendizaje y desarrollo integral. Con ello, la contemporaneidad social y cultural de los niños(as) y jóvenes y de la comunidad. La visión de lo contemporáneo es la que asume por lo tanto, el arte y la pedagogía. Acciona es así un proceso contemporáneo de arte y pedagogía, desarrollado a través de experiencias artísticas y culturales, en la interacción de un(a) pedagogo(a), un(a) artista y un grupo de estudiantes, en un territorio determinado.

Procesos de este tipo permiten conectar experiencias, desarrollar un pensamiento creativo, promover la construcción de una mirada individual y colaborativa, fortalecer las capacidades socioafectivas, reflexionar sobre los territorios, promover la experimentación y apreciación de manifestaciones culturales, promover procesos identitarios, y potenciar la asociatividad. Y junto con ello, desarrollar nuevos recursos pedagógicos para docentes, artistas y educadores(as) y posibilitar un trabajo interdisciplinario, base para la comprensión de los procesos y fenómenos sociales y culturales de mayor complejidad.

Experiencias como las que ofrece el Programa Acciona colaboran de manera decidida en acortar brechas en la desigualdad educativa de nuestro país, en este caso, brechas de acceso a experiencias artísticas y culturales que fortalezcan el desarrollo de mayores y diversas habilidades. Como ha señalado la OCDE, la principal justificación para la educación artística es claramente la adquisición de hábitos artísticos, los que refieren no solo al dominio de las técnicas y habilidades, sino también a la capacidad de observación, conceptualización, exploración, persistencia, expresión, colaboración y la reflexión, las habilidades en creatividad y pensamiento, y las del ámbito social y de comportamiento que se desarrollan en las artes.

Una segunda experiencia en desarrollo que aportará el CNCA en este proceso de formación ciudadana, es el Programa Centros de Creación (ver Observatorio Cultural nº 26). Su modelo educativo es un sistema de experiencias y procesos creativos de aprendizaje, que permite que niños, niñas y jóvenes, a través de la convergencia entre las artes, ciencias, tecnologías y sustentabilidad, indaguen, experimenten, jueguen, conversen, imaginen y creen, ejerciendo sus derechos.

Los principios del modelo educativo de los Centros de Creación reflejan muy bien el sentido, metodología y finalidad de este:

“Promover el derecho a imaginar y crear, Con niños, niñas y jóvenes como protagonistas, Protagonistas que son reconocidos como ciudadanos, Ciudadanos que son escuchados y capaces de escuchar, Escuchándose ejercen y despliegan sus derechos, Derecho a aprender haciendo y aprender jugando, Jugando, explorando y experimentando de manera autónoma, colectiva y colaborativa, Un actuar colectivo donde convergen las artes, las ciencias, las tecnologías y la sustentabilidad, Convergencia que nace desde el territorio, Territorio que puede imaginar y crear nuevos principios.”

 

Pablo Rojas Durán.[1]Departamento Educación y Formación en Artes y Cultura. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes

References
1 Departamento Educación y Formación en Artes y Cultura. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes