Patrimonio arqueológico: un nuevo desafío para Valdivia – C. Rodrigo Mera

Muchas personas piensan que sólo hay arqueología en el norte de Chile, guiándose por lo más visible, lo monumental o aquello que les resulta más conocido, ignorando que también en el resto de Chile y especialmente en el sur, es posible desarrollar investigaciones arqueológicas; mal que mal la lluvia y el bosque ciertamente inciden en la preservación de los restos y en la posibilidad de que los arqueólogos puedan reconstruir ese pasado esquivo. Incluso Neruda, quien vivió parte de su infancia bajo la lluvia sureña, hipoteti-poetizaba en el Canto General: “No busques bajo el verde espeso el canto de la alfarería”, cuando se refería a las tierras de Arauco y su pasado prehispánico.… La arqueología, que tiene como uno de sus desafíos ante la sociedad devolver ese pasado, es una disciplina joven en nuestro país; en la década de 1970 comenzó a ser una carrera universitaria y a partir de entonces se ha alejado de la asociación generalizada con el coleccionismo, siendo una disciplina científica y una profesión en la que sus especialistas deben responder a numerosos requerimientos, por parte del Sistema de Evaluación Ambiental, proyectos de Puesta en Valor del Patrimonio y desafíos científicos, por dar algunos ejemplos; de manera que esta idea de que en el sur de Chile no existe la arqueología, puede ser descartada de plano y las dificultades que impone el ambiente no son más que un desafío para adaptar nuevas tecnologías o aproximaciones metodológicas, como el uso de geo-radares, tomografía eléctrica de resistividad, análisis de fosfatos, o estudios de dietas a partir de la presencia de isótopos estables en las evidencias óseas recuperados de un sitio arqueológico.

A partir de una visión paradigmática, la arqueología ha ido entendiendo y aceptando que no solo su foco de interés puede ir variando (qué se investiga), también sus metodologías (cómo se investiga) y, por cierto, las implicancias y resultados de lo que se hace (para qué). Así se suman no sólo nuevos actores —gracias a una visión multidisciplinaria— sino que también otras temáticas, como la arqueología pública o la arqueología histórica y en ese sentido la Región de los Ríos, y Valdivia en particular, poseen una ventaja comparativa que debiera ser aprovechada.

Valdivia como ciudad universitaria y la existencia de la UACh como principal institución educativa, permiten que no solo exista una base profesional conocedora del patrimonio local, sino que también se haya desarrollado una masa crítica importante; asimismo, la existencia de una red de museos (Dirección Museológica), se vincula con el desarrollo de proyectos de investigación y también con la difícil labor de asumir la educación patrimonial. Este apoyo institucional se retrotrae a fines de la década de 1960, siendo posible entender que es parte de una política de la universidad, que se ha sostenido (no sin bemoles) a través del tiempo. Así, la universidad no solo aborda la labor de extensión a través de los museos, sino que asume una tarea educativa sembrando conocimiento y muchas de esas semillas caen en la mejor tierra, la más fértil, los niños.

Por otra parte, cabe destacar la gran labor de Gabriel Guarda (Premio Nacional de Historia 1984, Premio Bicentenario 2003), quien por más de 50 años, ha estudiado y publicado —entre otros temas— la historia de Valdivia, fundamentalmente considerando una visión histórica y no solo desde una perspectiva urbana; algunas de sus obras, como el Flandes indiano. Las fortificaciones del Reino de Chile: 1541-1826, la Historia urbana del Reino de Chile o la Nueva historia de Valdivia no solo son vitales para entender la empresa revolucionaria que significó la colonización española, sino que también ayudan a guiar la mirada hacia la ciudad misma, la urbe fluvial en toda su dinámica temporal y social.

Finalmente, la creación de la nueva Región de Los Ríos ha incidido en una mejor disposición a planificar el futuro, lo que también se asume en términos territoriales, con el espacio que se ocupa, que se habita. A manera de ejemplos, se han declarado nuevas zonas típicas y se ha vuelto a ocupar el casco histórico y especialmente el borde costero del río Valdivia. Esto último se torna fundamental, ya que está en manos nuevamente del Estado, el volver a reocupar estos espacios; en esa decisión, el Estado debe asumir que especialmente en ese borde costero se encuentra parte del pasado de la ciudad, que la vincula no solo con un tiempo republicano y colonial, con el arribo y los cambios que introdujeron los hispanos y los alemanes que llegaron a colonizar y ocupar definitivamente este territorio, sino que también con un pasado más antiguo, la prehistoria enterrada de Valdivia, ese registro que habla de la defensa del territorio y de la entrada a esta región del cono sur de América por parte de sus más antiguos pobladores.

 

C. Rodrigo Mera.[1]Licenciado en Antropología con mención en Arqueología, Universidad de Chile. Actualmente se dedica a la investigación y asesorías arqueológicas. Sus principales áreas de interés son las … Continue reading

References
1 Licenciado en Antropología con mención en Arqueología, Universidad de Chile. Actualmente se dedica a la investigación y asesorías arqueológicas. Sus principales áreas de interés son las culturas del centro-sur de Chile. Entre sus publicaciones destacan “Anfibios y reptiles en el imaginario cultural de Chile” (Mera y Lobos) en Herpetología de Chile (Ed. M. Vidal y A. Labra, 2008) y “Variabilidad interna en el Alfarero Temprano del centro-sur de Chile: el Complejo Pitrén en el valle central del Cautín y en el ámbito lacustre cordillerano” (Adán y Mera) en Chungará (2011).