Extensión universitaria y desarrollo cultural regional: experiencia Universidad de La Serena – Catalina Cvitanic Abarca

Al hablar de cultura vale la pena detenerse en el significado del término. A partir de los años sesenta del siglo pasado se viene aplicando una visión más integral y antropológica de cultura que se refuerza con la posición de Unesco expresada en la Declaración de México de 1982, en la que se plantea que la cultura es un elemento necesario para un desarrollo auténtico y, al mismo tiempo, se amplifica el ámbito hacia la diversidad cultural, la creatividad y las identidades (Declaración de México, 1982; Informe de 1997).

Se entenderá cultura entonces como toda actividad humana tendiente a su propio desarrollo y plenitud que subraya la construcción de sentidos, valores e identidades. Lo anterior significa que tanto la ciencia, como el arte y la tecnología son componentes intrínsecos de la cultura, de su amplia y compleja actividad. De esa manera se abandona un concepto arraigado aún en muchos artistas, intelectuales y gestores o promotores, quienes confunden la especificidad del arte con la cultura y viceversa.

La extensión universitaria concebida como la presencia e interacción académica mediante la cual la universidad aporta a la sociedad, en forma crítica y creadora, los resultados y logros de su investigación y docencia, y por medio de la que, al conocer la realidad nacional, enriquece y redimensiona toda su actividad académica conjunta, juega un rol fundamental en el desarrollo cultural de la Región de Coquimbo.

Este desarrollo está condicionado, entre otros factores, por el equilibrio que se pueda obtener entre el despertar y el crecimiento de las fuerzas creativas en el conjunto de la sociedad que alberga, y por la oportunidad que esos creadores tengan para consolidar su tarea creativa. El compromiso de la Universidad de La Serena con los principales actores, tanto de la comunidad local como de las comunidades universitaria y empresarial, así como también las instituciones públicas y privadas, en la puesta en marcha de proyectos culturales en la Región de Coquimbo está avalado por los siguientes aspectos:

  • La Universidad de La Serena es portadora institucional de una herencia educativa, científica y cultural que tiene sus bases en la enseñanza científica de Ignacio Domeyko, en el proyecto pedagógico de Isabel Bongard, en la riqueza formativa de la Escuela de Minas de La Serena, y en el aporte cultural y profesional de la sede de la Universidad de Chile. Esta herencia mantenida, guardada y asumida por la Universidad de La Serena le confiere no solo un acervo cultural, sino que le entrega una responsabilidad social ante la comunidad regional.
  • La Universidad de La Serena asume esta responsabilidad ofreciendo una amplia gama de carreras profesionales, tradicionales y modernas. Sus estudiantes son formados en un contexto académico enriquecido por la herencia y el acervo antes mencionado. Sus profesionales logran insertarse progresivamente en las esferas públicas y privadas, logrando constituirse en un soporte importante en la región en lo que se refiere al desarrollo de la educación, de la minería, de la construcción, de la industria, del comercio, del turismo, de la salud, etc.
  • La Universidad de La Serena contribuye también, de manera especial, en algunas áreas de la cultura artística, especialmente en la música, las artes plásticas, el diseño y la literatura; ya sea formando personas en estas materias o bien ofreciendo programas de extensión a la comunidad.
  • La extensión universitaria se amplía, además, a través de programas especiales para adultos mayores y niños, líderes sociales, profesionales del turismo, pequeños y medianos empresarios; en ciclos de conferencias y cursos sobre la sociedad, la región y la comunidad.

 

Un importante apoyo a la reflexión ética y social se hace presente a través de la cátedra Raúl Bitrán Nachary. Además se realiza un trabajo esencial en la comunidad regional, capacitación laboral, investigación y debate sobre temas de actualidad y de alto impacto social. El acercamiento a otros idiomas y culturas permite estrechar lazos de amistad con otros países y etnias, como por ejemplo la fuerte conexión con Japón.

Una traba importante que enfrentan la mayoría de las universidades regionales estatales para generar una extensión universitaria de amplia cobertura es la escasez de recursos financieros.

Es natural que las autoridades universitarias, aunque consideren relevante la extensión, se vean obligadas a distribuir el presupuesto dando preferencia a la docencia e investigación. Las universidades regionales y estatales no persiguen lucro, y al mismo tiempo, no cuentan con recursos estables y significativos de parte del Estado para funcionar adecuadamente.

Los aportes a la cultura por parte de las instancias de Gobierno a las distintas regiones del país deberían constituirse no solo en una posibilidad de obtención de recursos, sino también en un foro de ideas, inclusión de universidades regionales, de apertura a nuevas políticas y líneas de acción cultural. Esto sería una excelente oportunidad para que el desarrollo cultural se transforme en una verdadera acción de sinergia de todos los actores sociales del espacio regional y no solo en una actividad filantrópica desde el Estado. Es sabido que en muchos de los fondos concursables ofrecidos por el Gobierno excluyen como beneficiarios a las universidades, lo que resulta incomprensible considerando que ellas podrían, por una parte, generar proyectos culturales de gran calidad y, por otra, los fondos que poseen para estos efectos, como se dijo antes, son escasos. Esto no ocurre con los proyectos de índole científica, lo que indudablemente eleva el nivel productivo de las universidades.

Chile es un país con bajo consumo cultural. Paradójico si se consideran los dos Premios Nobel de Literatura, un flamante Premio Cervantes con Nicanor Parra, escritores y poetas, músicos de gran calidad, artistas plásticos y visuales que son reconocidos en el mundo entero, y una infinidad de artistas anónimos que en cada pueblo rescatan la cultura nacional. Invertir en un sistema educacional público, con vocación nacional y regional, con el centro puesto en el crecimiento y en la generación de conocimiento al servicio del país y de su gente, es esencial para retomar el florecimiento de un país.

Es cierto que Chile acumula un crecimiento económico de décadas, pero la sospecha es que ese crecimiento se fundamenta en productividad y no en conocimiento de largo plazo. ¿Qué va a pasar cuando se acabe el cobre? ¿Qué va a pasar cuando la crisis energética de verdad se instale en el debate por asegurar el crecimiento y el desarrollo? ¿Cómo enfrentar el envejecimiento de la población y las complejidades de mayores demandas de la política de protección social? Esas respuestas no están solo en la expansión económica. Todo indica que esas incógnitas deben solucionarse con sabiduría, investigación, conocimiento. Ese es el rol de la universidad pública. Más aún cuando esa universidad tiene un carácter regional, donde el valor del pensamiento, la investigación y la extensión toman un valor único, porque se trata de una labor que ninguna empresa realiza, que ningún grupo económico despliega. Nosotros somos la conciencia y la vanguardia de nuestros territorios: ¿cómo serlo si el Estado no nos considera prioritarios?

La extensión universitaria es llevar ese conocimiento, el debate, el cuestionamiento social a la comunidad que la rodea. Y para nosotros eso no solo es esencial, sino que es crucial para hacer de nuestro país una nación consciente de sus potencialidades, falencias, carencias y oportunidades. Desde esa mirada, defendemos con mucha fuerza el rol que cumplen las universidades que no están llevando millonarias utilidades a grupos de inversionistas, sino que están llevando millones de ideas y de preguntas al país entero.

Se pueden tener distintas opiniones y en buena hora que así sea. Queremos tener muchas divergencias, porque el discurso único, las ideas incuestionables, son el germen de la intolerancia y de sociedades autoritarias o totalitarias. Por eso mismo es que se necesita debate, discusión e intercambio de ideas respecto a cómo debe ser entendida la educación que requiere Chile en los años que vienen. De lo contrario, se hipotecará un futuro mejor para todos los chilenos y chilenas al rendirse a una única forma de ver la sociedad, a una sola forma de interpretar el crecimiento y el desarrollo de nuestras sociedades, nuestras familias, nuestros métodos productivos. De eso se trata la universidad: un punto de encuentro de los desencuentros, un punto de debate de los debates, un punto donde se unen las miradas divergentes para pensar un país mejor. Y este es el minuto crucial de ese anhelo.

 

 

Catalina Cvitanic Abarca.[1]Directora de Extensión. Universidad de La Serena.

References
1 Directora de Extensión. Universidad de La Serena.