Editorial – Observatorio Cultural

La existencia de una ruptura entre el objeto artístico y su comprensión inmediata, como lo plantea Hegel en su estética, reafirma que el valor de investigar en el campo de las artes y la cultura no solo está relacionada a la producción de contenidos. Su valor radica también en que las artes ostentan la capacidad de abrir espacios de ambivalencia. Como lo afirma el filósofo Andrew Benjamin, esa potencialidad ontológica del arte “nos impone la necesidad de pensar el espacio de nuestro desacuerdo” (Benjamin, 2012 p. 55).[1]Benjamin, A (2012). Disturbios Culturales (editado por José Ossandón y Lucía Vodanovic). Chile, Ediciones Diego Portales. En efecto, dada la incompatibilidad de comprender el arte de forma inmediata, necesitamos construir un espacio para poder discrepar entorno a el. Lejos de producir un vacío, esta ruptura nos impone la necesidad de teorizar, interpretar y, por lo tanto, construir la posibilidad de habitar un terreno múltiple y diverso. La presencia de las artes nos asegura la existencia de ese espacio colmado de diferencias.

En Observatorio Cultural nos preguntamos ¿para qué este lugar de prestigio de las artes en discusiones filosóficas? ¿para qué este esfuerzo de reflexión si no siempre se hace evidente su singular valor, o bien, es necesario insistir por su lugar en otras instancias del campo educacional, político y social? Sin duda nuestro interés reside además de reforzar ese valor, en plantear su pregunta. Así, esperamos contribuir a crear y conocer un lenguaje que nos ayude a narrar de mejor manera el potencial de las artes, y mirar con la misma atención temas tan amplios como los obstáculos del circo chileno, los desafíos de la infraestructura cultural a lo largo del país, o bien, la importancia de pensar a los artistas como amateurs. Estos ejemplos son algunas de los temas y discusiones que abordamos en este número.

References
1 Benjamin, A (2012). Disturbios Culturales (editado por José Ossandón y Lucía Vodanovic). Chile, Ediciones Diego Portales.