Casos de participación cultural – Atención: hombres tejiendo

Desde hace tres años Hombres Tejedores defiende a punta de palillos su derecho a tejer. Práctica vinculada tradicionalmente a manos femeninas, esta agrupación formada por hombres de todas las edades y profesiones, busca acercar a más personas de su género al tejido como un acto no solo artesanal o artístico, sino que, ante todo, como una manifestación política y social.

Claudio Castillo y Ricardo Higueras compartieron durante años y sin conocerse una misma historia. Escondidos en sus habitaciones y alejados de sus madres y hermanas que se negaban a enseñarles, tejían y repetían gestos que habían visto en las manos de las mujeres de sus familias. Esto hasta que un día, el destino y su entusiasmo por los palillos los juntó y, sin darse, comenzaron a tejer sus sueños y los de muchos hombres más.

En 2015 el profesor de inglés y artista escénico Claudio Castillo decidió compartir su pasión por el tejido y dio un golpe de timón que cambiaría su vida: daría clases de tejido y puso como única condición para participar el ser hombre. Con la profunda incertidumbre de si alguien se inscribiría, la sorpresa fue enorme. En menos de dos meses ya tenía tres talleres completos de 10 personas cada uno, en los que conoció a un grupo de profesionales que compartía su pasión por el revés y el derecho y quienes encontraron en estos talleres un espacio de encuentro artístico y de terapia. “La iniciativa de hacer talleres nace de mi necesidad de compartir esto, porque al final quien teje está súper solo, yo no conocía a ningún otro hombre que tejiera. Después me di cuenta de que existen muchos más de los que uno cree y que tienen la inquietud y no se atreven” recuerda Claudio Castillo de esos primeros encuentros.

En este espacio Claudio conoció a Ricardo Higuera con quien se animó a realizar la asociación Hombres Tejedores que vio la luz en el invierno de 2016, en el contexto del Día Internacional del Tejido al Aire Libre, ocasión que aprovecharon para hacer una acción pública. Ese día cerca de 10 hombres se juntaron a tejer en público, al frente del Museo Bellas Artes.

Lo que siguió fue una explosión. Los cupos de los talleres se llenaban inmediatamente, sus redes sociales no paraban de sumar seguidores y los medios de comunicación los perseguían para hacerles notas. A través de Facebook e Instagram recibían decenas de testimonios diarios de hombre que tejían a escondidas de sus familias y amigos y que encontraban este espacio como un refugio, y también como un trampolín para atreverse. De hecho, un video de la página de Facebook Hombres Tejedores que muestra a varios hombres tejiendo, fue reproducido 2,6 millones de veces en una semana y acumuló más de 44 mil compartidos. Fue ahí cuando Hombres Tejedores dejó de ser una iniciativa doméstica y pequeña para transformarse en una asociación que incluso traspasó fronteras e idiomas e inspiró modelos parecidos en otras partes del mundo.

Actualmente, Hombres Tejedores desarrolla una serie de reuniones y talleres formativos de telar, tejido a palillo y crochet. La organización es más bien horizontal y, al no tener sede, los encuentros van rotando entre las casas de los participantes o en espacios públicos. Hoy tiene cerca de 30 participantes y a medida que pasa el tiempo, los talleristas pueden pasar a ser monitores o gestores el proyecto.

 

Tejiendo una nueva sociedad

La misión de Hombres Tejedores supera la mera formación en tejido y asume un rol social mucho más complejo. Con el objetivo de deconstruir los estereotipos de géneros asociados a las actividades manuales, específicamente el tejido y el crochet, sus líneas de trabajo apuntan a diversos ámbitos. Así es como además de talleres de tejido para hombres, encuentros mensuales de tejido al aire libre, también dan charlas y seminarios y participan en festivales y otras instancias que les permitan juntarse a tejer y reflexionar sobre la importancia de tejer una nueva sociedad. Sustentándose en fondos propios que obtienen a partir de los talleres, seminarios y concursos que asisten, la misión orientadora del grupo es una: cuestionar el concepto de masculinidad y romper estereotipos.

En palabras de Ricardo Higueras, uno de los fundadores del grupo, “Hoy, cada vez más hombres están sumándose a este tejido colectivo, principalmente porque no se trata solo de fibras, colores y puntos, sino de ser capaces de entramar un mundo nuevo, lejos de prejuicios y estereotipos de género que nada aportan en nuestra relación con otros y otras”.

El tejido culturalmente ha estado vinculado al cuidado y, por lo tanto, a la mujer. La sociedad enseña que los niños y los hombres son el género fuerte y proveedor, sin enseñarles a cobijar o armar el hogar. Con el ejercicio del tejido la agrupación busca romper con la creencia de que los hombres no tejen y cuestiona los prejuicios de un sistema tradicional y heteronormado que relega el desarrollo de actividades manuales, relacionadas con la artesanía textil, a las mujeres.

Como una declaración de principios buscan, a través de lanas y palillos, alcanzar una sociedad más inclusiva y respetuosa de la diversidad, invitando desde el tejido hecho por hombres a revisar sus vidas y ver qué tan presos están del miedo, la inseguridad y del machismo que se encuentra tan instalado en la sociedad. El llamado del grupo es a atreverse. Atreverse a mostrase sensibles, tiernos y vulnerables. Atreverse a que pueden desarrollar habilidades que van más allá de los estereotipos de género masculino vinculados a la fuerza física y la mente racional. Atreverse a confiar en el otro. Y esto es, para Hombres Tejedores, atreverse a tejer.

“Somos Hombres Tejedores que queremos invitar a otros hombres a que nos demos la posibilidad de entrar en aquellas actividades vinculadas socialmente a la mujer y, de ese modo, cuestionar la construcción de nuestras masculinidades y, por consiguiente, generar otras nuevas: más amables, más tiernas, sensibles y fraternas”, señala Ricardo Higueras, uno de los fundadores del grupo.

A través de una manifestación más bien discreta, se busca gatillar un cambio y transformación social, con el fin de fomentar la emergencia de masculinidades diversas y creativas, además de recuperar conocimientos y técnicas tradicionales, pero esta vez en una forma subversiva, porque el acto de tejer se acompaña de un mensaje social que busca fomentar la igualdad de género, desincentivando la discriminación y la presencia de estereotipos.

La creación de tejidos también es un ejercicio de resistencia y subversión política y social. La agrupación busca gatillar un proceso de cambio a partir de un instrumento asociado a la tradición. De esta forma, la agrupación no solo busca recuperar las técnicas y conocimiento tradicionales de la artesanía textil, sino que le imprime un carácter creativo y novedoso, en tanto lo provee de un sentido fuertemente político respecto a los patrones y creencias de género que persisten en la sociedad.

En este sentido, la capacidad creativa de los sujetos dota al tejido de un contenido resistente y contrahegemónico, proveyendo una lectura alternativa a este oficio, así como también a los sujetos que lo realizan.

 

Del living a la plaza

Un relato recurrente en la historia personal de los hombres que conforman la agrupación tiene que ver con la preocupación o, directamente, rechazo que tenían sus madres o hermanas al ver su interés por aprender a tejer. De hecho, prácticamente todos coinciden en que ninguna de ellas quiso enseñarles y que aprendieron de la mano de amigas en la universidad o más bien de forma autodidacta, imitando los gestos de sus familiares y ejercitando la práctica a escondidas. Tal como señala uno de los participantes del grupo: “Tejo desde que tengo 17 años y siempre me dio susto hacerlo público. Nunca en el metro, jamás en la calle. Lo hacía solo en mi casa”.

La agrupación reflexiona sobre la espacialidad en el que realizan el oficio desde diferentes ópticas. Por un lado, mantienen —y defienden— el espacio doméstico que tradicionalmente se asocia para el ejercicio de tejer. El tejer en grupo tiene que ver justamente con el encuentro íntimo entre quienes lo realizan. Alrededor de una mesa y una taza de té, los tejedores comentan sus actividades cotidianas, aprenden puntos nuevos o conversan sobre problemas que los aquejan. La dinámica de rotar los hogares entre los participantes de la agrupación está asociada a esta idea de abrir las puertas de la casa e invitar a los amigos a compartir un momento de encuentro en torno a algo que les apasiona a todos. Y aunque parezca una paradoja, el solo hecho de juntarse en sus casas es una verdadera conquista, para hombres que hasta hace muy poco, no podían tejer ni siquiera frente a sus familias.

Una vez que el grupo estuvo más consolidado, rápidamente comenzó a querer ir más allá. En los encuentros cotidianos comenzaron a configurar un mensaje social y político que buscaba dar visibilidad a la conquista del tejido masculino. El sueño entonces comenzó a ser tomarse el espacio público y exhibir a vista y paciencia de quien lo quisiera ver los dos elementos que definen al grupo: el arte textil y la conformación de nuevas masculinidades.

El uso de espacios abiertos lo pensaban como una plataforma para visibilizar las distintas subjetividades, desmitificando los prejuicios de género y presentando un ejercicio práctico del mismo. De esta forma, la agrupación Hombres Tejedores buscaba promover la visibilización del tejido masculino, resignificando la práctica misma en espacios públicos.

El primer paso entonces, fue realizar un encuentro mensual en una plaza itinerante que puede ser el cerro San Cristóbal, o el Parque de las Esculturas. Para sus integrantes salir fuera de los muros de sus casas, los transformó en portavoces de un modelo de masculinidad con el que se identifican y querían promulgar, aun sabiendo de los prejuicios que existen.

Sin embargo, el gran paso lo dieron en 13 de junio de 2016, durante el Día Internacional del Tejido al Aire Libre, cuando nueve de sus integrantes, todos vestidos de terno y corbata, se sentaron en el corazón del distrito financiero de Santiago a tejer con lana fucsia, bajo el mensaje “Romper con estereotipos nos transforma en una sociedad más inclusiva y tolerante”. La repercusión de esta acción fue inmediata. La intervención fue cubierta por los noticieros centrales de los canales de televisión abierta más importantes de Chile, además de notas para el diario La Vanguardia de España, la BBC y diarios argentinos. Rápidamente comenzaron a ser convocados por municipios para dar a conocer la iniciativa en colegios y consultorios y recibieron decenas de mensajes a través de redes sociales de hombres que se querían unir al colectivo.

La segunda intervención la realizaron en el Museo de Bellas Artes, cuando fueron invitados a realizar una performance en el marco del Día Internacional contra la violencia de género, el 8 de marzo. Durante una hora, cinco integrantes estuvieron dentro de una sala del museo tejiendo cuadraditos amarillos como si fueran una obra. La propuesta consistía en derribar estereotipos vinculados a la masculinidad, sus prácticas y emocionalidades. Estas dos fueron las primeras de muchas acciones que ha realizado el grupo, en las que, como acto político, buscan entregar un mensaje claro respecto a su posición sobre las múltiples masculinidades que pueden existir en una sociedad.

Otra acción que realiza Hombres Tejedores en esta búsqueda de romper con los estereotipos de género, tiene que ver con convocatorias masivas en espacios públicos en los que realizan tejido al aire libre. Es como uno de los encuentros que realizan ellos en una plaza, pero invitando a quién sumarse a hacerlo. En plazas o centros culturales como el cerro Cárcel de Valparaíso o el Centro Cultural Gabriela Mistral quieren llamar la atención, rompiendo la cotidianeidad de esos espacios y posicionando su mensaje a punta de palillos y agujas.

En estos encuentros, sentados en el suelo o alrededor de grandes mesas alargadas, los miembros de la agrupación, distinguidos fácilmente por sus poleras blancas con el nombre de la agrupación estampada en la espalda, se ubican tejiendo o comparten saberes. Quienes participan de estos encuentros suelen ser los mismos talleristas de Hombres Tejedores, así como otros grupos de tejedoras que solidarizan con la propuesta, personas que se enteran a través de las redes sociales o bien que estaban accidentalmente pasando por el lugar. Las dinámicas que se dan en estos encuentros masivos varían de acuerdo a quienes participan, pero por lo general mujeres adultas y jóvenes suelen acercarse para observar y comentar detalles técnicos de los tejidos de los miembros y hacen preguntas respecto a ciertas terminaciones o procedimientos. Asimismo, niños y niñas se acercan curiosos atraídos por los colores de las lanas y son invitados a aprender, mientras que otras personas observan la actividad como si fuera una obra de teatro. Como señala uno de los organizadores: “Nos ha pasado que a las señoras les llama harto la atención y les dicen a sus parejas o a sus hijos ‘¿viste que no es difícil?, les puedes decir a ellos que te enseñen’. Hay algunos a los que también les interesa, pero no se atreven porque creen que es muy difícil o porque les da vergüenza tejer en público”.

“Este es un grupo de resistencia a una cultura machista normada. Entonces frente a eso, intenta generar un cambio cultural del uso de espacios públicos y que se entienda que los roles de género, pueden ser diversos a cada persona, que no existe un rol binario al sexo”, señala uno de los fundadores del grupo.

El público externo no se agota en lo presencial de las actividades, sino que también se extiende a través de las redes sociales de la organización, en la presencia medial y la conectividad online de los participantes a nivel nacional e internacional. Hombres Tejedores realizan un trabajo audiovisual y transmiten online de cada una de sus actividades e intervenciones, que luego comparten en sus redes sociales como Facebook e Instagram.[1]El Instagram es @hombrestejedores. Por su parte, en Pinterest suben fotografías de los tejidos y diseños realizados. El acto de tejer en público es una propuesta reivindicativa y de apropiación de escenarios en donde antes no lo podían hacer, como las plazas, las calles, los bares o el metro.

 

Trama y urdimbre

La acción política no deja de lado la experiencia transformadora que tiene el acto de tejer, donde se cruza el conocimiento compartido, el encuentro con el otro y la emocionalidad. En este sentido, para muchos integrantes y participantes de los talleres de Hombres Tejedores el juntarse a tejer es la mejor terapia a la que pueden asistir. El grupo funciona a partir de la confianza y apoyo mutuo, constituyendo un espacio fraterno en el que los participantes comparten no solo el gusto por tejer y conocimientos, sino que también relatos, anécdotas y experiencias personales 1 El Instagram es @hombrestejedores. vinculadas al ejercicio del tejido masculino en espacios públicos. De acuerdo a lo que señala un participante de los talleres: “Este grupo se transformó en un grupo de amigos, de apoyo, de vida, si al final el discurso que tenemos está vinculado con nuestras biografías personales, porque muchos tuvimos problemas para poder tejer en público, para poder realizar prácticas que no son comunes. Entonces conectamos y generamos comunidad entre nosotros, es una red de apoyo para nosotros”.

Sumidos en la rutina y en el estrés diario de la vida laboral y personal, defienden este espacio como un oasis en el quehacer cotidiano que les permite encontrase consigo mismos, relajarse y hasta desarrollar técnicas de concentración.

Esto porque, además de la satisfacción que da tejer una prenda de ropa o accesorio, el movimiento repetitivo que se realiza al tejer, combinado con el sentimiento de crear algo nuevo hace que el cuerpo secrete dopamina, endorfinas y serotonina. Es decir, las hormonas vinculadas a la satisfacción, sensación de bienestar y buen humor. El pasar la lana por un palillo y luego por el otro, el combinar colores y el aprender puntos, mejora también la coordinación cerebral, contribuye al pensamiento lógico y a la memoria.

Hombres Tejedores es un espacio de pertenencia, ya sea con fines de aprendizaje o sociales, que les permite no solo compartir experiencias o conocer historias de otros tejedores, sino que también estar orgullosos de sus prácticas manuales. Como señala Claudio Castillo: “tejer me sirve para expresar ciertas cosas y también es una linda manera de demostrar afectos, tejerle algo a alguien es un acto de amor súper grande”.

Al mismo tiempo, la agrupación tiene un objetivo artesano. Es decir, a través de la agrupación, sus participantes buscan recuperar la tradición de la artesanía textil, recobrando distintas técnicas asociadas al tejido a crochet, tejido a palillos, el bordado, así como también el telar mapuche. La recuperación de estos conocimientos la entienden como un rescate patrimonial que complementa la propuesta política que impulsan. Tal como señala una mujer que fue público casual en una de sus intervenciones: “El jovencito de enfrente está tejiendo algo que tejía mi abuela como con 4 o 5 palillos cortos, que es un tipo de tejido que ya no se ve, que es como tejen los calcetines. Entonces eso es súper interesante, porque son bien arriesgados y no están tejiendo cositas como ‘el cuadradito para la frazadita’; no, están tejiendo cosas súper complejas”.

La propuesta de recuperar estos oficios y técnicas responde a un intento por recrear una instancia en el que las personas se reunían armónicamente y pasaban el tiempo conversando con sus amigos y vecinos, destinando tiempo y espacio al desarrollo de oficios manuales y artesanales.

“Revindicamos un oficio que está perdido, que generalmente se asocia a adultos mayores. Nuestro aporte a la cultura es rescatar el tejido y desde ahí impulsar un cambio social”, señala un participante de la agrupación.

Conquistando al mundo

Después de tres años de la primera clase, el colectivo ha crecido exponencialmente en miembros presenciales y seguidores en sus redes sociales quienes aprenden diferentes técnicas, desde tricot, ganchillo o telar. También siguen realizando intervenciones en espacios públicos con convocatoria abierta a cualquiera que quiera participar. Todas las actividades que realizan tienen gran visibilidad y son transmitidas a través de sus redes sociales. De hecho, realizan campañas para difundir su trabajo, como la que realizaron en 2016 llamada #NosGustaTejer que consistió en la transmisión de distintas cápsulas audiovisuales en las que contaban quiénes eran y cuáles eran sus acciones.

El impacto de la agrupación ha sido tan grande que ha traspasado fronteras y han sido la inspiración para agrupaciones de Hombres Tejedores en Uruguay, Ucrania y Argentina, quienes mantienen el mismo nombre y logo y están en permanente contacto con ellos. Han creado así una red internacional no solo de hombres tejedores, sino que de una militancia que defiende las nuevas masculinidades.

Sus integrantes también han viajado por el mundo dando a conocer la iniciativa e incluso Ricardo Higuera recibió, en 2019, un premio de 700 euros con el que implementó su proyecto, instalando talleres de tejido en escuelas portuguesas.

El deseo de crecer los anima a proyectar permanentemente nuevos desafíos. Si bien el entusiasmo de sus inicios sigue intacto, ahora saben que, además de transmitir a hombres un saber ancestral vinculado a mujeres, tienen la posibilidad de generar un impacto real sobre la sociedad, rompiendo los estereotipos de género impuestos durante siglos. La normalización de ser “hombres tejedores”, dicen, es cuestión de tiempo.

References
1 El Instagram es @hombrestejedores.