Isidora Sofía Délano Raby – Licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica, mención Literatura, Universidad de Chile
Es tal la importancia que adquiere la Virgen en América Latina que su veneración adquiere dimensiones que escapan de toda religión oficial, transformándose en una vivencia cultural múltiple que se experimenta activamente en la religiosidad popular y termina por constituir una parte esencial de nuestra identidad mestiza.
Antonio Acevedo Hernández toma la figura de la Virgen y se la apropia, reinterpretando sus valores para construir un ícono mariano que se levanta desde la cosmovisión popular para constituirse como un ejemplo, un ideal que impulsa la renovación del orden social viciado que envuelve al mundo minero chileno. A partir de su encarnación en Carmen, una prostituta, Acevedo presenta en Chañarcillo una Virgen marginal, que, a diferencia de la tradicional, no será una figura mariana externa, sino que se alzará desde la misma realidad cotidiana que enfrenta y adquirirá significados extrapolables a la sociedad chilena del momento. La unión oximorónica entre virgen y prostituta le permitirá trasgredir el concepto convencional de Virgen, construyendo una imagen mariana que reformula el sentido mismo de virginidad para ensalzar un nuevo tipo de pureza que ostenta aspectos éticos y morales.