En Chile, la escuela ha sido tradicionalmente el espacio de enseñanza de las artes. En algunos casos, el primer y único lugar de encuentro con este tipo de expresiones de la cultura. Por lo mismo, como señala la investigadora Ana Rosas Mantecón (2009) “cuanto más se descuida desde la escuela el rol de transmisión cultural, más se tienden a consagrar y legitimar las desigualdades”. En ese contexto, la escuela efectivamente se hace cargo — desde el currículum— de ofrecer experiencias pedagógicas que permitan el acceso a las artes y a la diversidad de manifestaciones culturales.
De ahí la preocupación de Unesco, declarada entre los objetivos de la Agenda de Seúl, de “Velar por que la educación artística sea accesible, como elemento esencial y sostenible de una educación renovada de gran calidad” (Unesco, 2010). Desde la acción pública, y en el contexto de instalación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, comprendemos que la cultura y las artes son componentes básicos para una educación integral, que permita a los niños, niñas y jóvenes desarrollar su inteligencia, espíritu y sensibilidad, entender valores como la solidaridad y el respeto por la diversidad, así como sentirse parte de una comunidad que los reconoce y se enriquece con sus aportes. En este sentido, actuar en la escuela es fundamental, pero ciertamente no es la única posibilidad de acercamiento a la cultura. Propiciar el desarrollo de programas permanentes de formación en espacios de educación no formal, como museos, bibliotecas, centros culturales, teatros, entre otros, y facilitar su articulación con el sistema escolar por medio de la cooperación de los artistas, los estudiantes, los gestores y los educadores deviene un objetivo de primera importancia.
La vinculación entre artes y educación, desde las experiencias más tradicionales o en sus manifestaciones contemporáneas, requiere reflexionar en torno a una serie de consideraciones. Bajo la convicción de que resulta fundamental seguir profundizando en estas, el presente número de la revista Observatorio Cultural aborda algunas iniciativas y acciones a partir de posicionamientos acerca de la educación, los saberes y las prácticas que se manifiestan en una diversidad de expresiones y espacios, estableciendo un diálogo entre lo conceptual y lo empírico.