En los últimos años hemos sido testigos de los cambios y de la importancia que tiene la cultura en un concepto multidimensional de desarrollo. Esta, entre otras cosas, sería un espacio e instancia central que permitiría convertir las experiencias de las comunidades y de la sociedad en instrumentos de desarrollo individual y colectivo. Consideraciones como el contexto cultural e histórico, las diferencias individuales e identitarias, la memoria colectiva, entre otras, serían clave al momento de pensar en una noción sustentable del desarrollo humano, pues en ellas residen los parámetros y criterios para que los grupos y comunidades se reconozcan en los cambios y desafíos producidos por el desarrollo. Lo anterior está en sintonía con la importancia de incluir a la cultura como un eje de desarrollo sustentable dentro de los objetivos de desarrollo para el milenio en las Naciones Unidas en 2015.
Se hace evidente, por lo tanto, la oportunidad para comprender cuán relevante es repensar e innovar en el diseño de cuestiones como las políticas públicas, la definición de indicadores, metodologías y modelos de gestión e investigación para nuestro sector.
Por ejemplo, la importancia del rol del Estado en el tránsito de un modelo de desarrollo cultural inspirado en la antigua aplicación de criterios homogéneos de un mundo en desarrollo en realidades diversas, hacia un modelo de cultura para el desarrollo donde la diversidad cultural, la participación, los agentes locales pasan a ser las potencialidades de cambio y progreso en materias educacionales, económicas, de salud, de bienestar comunitario y subjetivo.
En la misma línea, una política cultural debería ubicarse en un lugar fundacional y estratégico, más allá de los diseños programáticos de una disciplina, un sector o un ministerio. En efecto, una política cultural para el desarrollo sostenible es una política pública ubicada en los cimientos del Estado: consiste en una serie de principios y lineamientos de trabajo aplicables a sectores tales como la educación, la industria cultural, la salud o la vivienda, así como también a diversos campos de discusión como el género, los derechos humanos, el medioambiente y los pueblos originarios.
Con ello queremos afirmar que la cultura en tanto campo, significante y concepto debiese traspasar su propio espacio institucional, apoyando la articulación de una visión de país, su sociedad y comunidades en nivel individual y colectivo. En este sentido, nuestra publicación Observatorio Cultural espera contribuir desde un lugar crítico y reflexivo al desarrollo de diversos temas y preguntas que nos ayuden a innovar y fortalecer un modelo sustentable, inclusivo y sensible de cultura para el desarrollo.
Referencias bibliográficas
IFACCA, (2014). “Tiempos creativos: redefiniendo la cultura para el desarrollo humano sustentable”, documento de discusión, 6a Cumbre Mundial de las Artes y la Cultura,Santiago, 13 – 16 de enero 2014.
Radl, Alejandra, (2000): “La dimensión cultural, base para el desarrollo de América Latina y el Caribe: desde la solidaridad hacia la integración”, documento de discusión 06. Washington DC, INTAL-IBD Publications.