El director de este espacio cultural expone la historia y fundamentos de un proyecto con enfoque territorial, reconocido por su propuesta y la calidad de su infraestructura, que se ha convertido en un polo de desarrollo de la cultura y el fortalecimiento de la comunidad de San Joaquín.
“Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable”.
Este párrafo del escritor Eduardo Galeano de su libro Ser como ellos y otros artículos define en lo más profundo el proceso cultural que hemos impulsado en San Joaquín. Somos herederos de un territorio en subdesarrollo permanente, periférico, habitualmente al borde de la inequidad y las carencias, donde el derecho a una vida digna, incrustado en su ADN histórico de asentamiento humano, es cruzado a diario por espirales de violencia doméstica, narcótica y de frecuente discriminación social, de un sistema que solo reacciona con el comprar y el vender. Sin embargo, sabemos que pisamos terreno fértil, ni tan distinto a otros lugares de Chile, de América Latina, África, Medio Oriente o algún recodo del primer mundo donde habita la migración.
Hemos buscado entender un territorio humano con grandes historias solidarias, constructoras, de abrazos verdaderos, compartidos codo a codo, con pala en mano, con pinceles sobre muros y guitarras plenas de colores que han construido su identidad. Sabemos también por experiencia, que una gestión cultural eficaz debe tener vocación “deschavetada” por el arte, sin tiempo, ni hora, regla o límite que la atrape, y que debemos aprender a convivir con el sino del éxtasis, por la puesta en escena esplendorosa y la depresión justa del error in situ y evidente. Corremos entonces como chamanes urbanos, que transitamos entre mundos opuestos, a veces amables y creativos y otras veces insensibles e implacables; y, sin embargo, a pesar de nuestro rigor, sabemos que nuestro destino inexorable es contribuir a la construcción de sonrisas y cariños de grandes y pequeños, que dan sentido a nuestro sentido de vivir.
En este vaivén, como de romántico tren al sur, es que nace el concepto de “cariño social”, nuestro modo de gestión cultural territorial y comunitario, el que hemos aplicado en San Joaquín, una mezcla de ejercicios de intuición “al ojo” y riesgo, unido al vínculo afectivo de tocarnos, encontrarnos, reunirnos y al desarrollo de la sensibilidad de las personas a través de “experienciar” el arte en acción permanente, con el propósito de producir una gran sinergia social, acompañada de lazos afectivos y de confianza entre los actores culturales y la comunidad.
Hoy, más que nunca, los fenómenos sociales de nuestro tiempo requieren de una perspectiva personal de apreciación, que creemos solo puede ser proporcionada por el acceso y la proximidad de la práctica de actividades culturales. Entonces, nuestro mayor desafío, desde los inicios de la gestión en el año 2006, ha sido facilitar este proceso definido como “clima cultural” para la construcción del ciudadano culturalmente activo, que a través de un rol dignificador de la cultura y el arte, vea facilitado su derecho a la expresión y a la toma de decisiones, mejorando así la convivencia en nuestros barrios, abriendo ventanas de aire renovado a la relación de las personas y encendiendo luces que puedan ayudar a distinguir de manera crítica lo esencial de lo desechable.
Afianzar territorio antes que infraestructura
Es por estas razones y reflexiones que es tan importante para una gestión cultural institucional efectiva, afianzar el territorio en su historia, vinculándose a la comunidad de manera afectuosa, permanente y sistemática, facilitando los espacios para la creatividad, irrumpiendo en las calles, instalándose al paso cotidiano, estableciendo procesos de organización cultural comunitaria, apoyando a los creadores locales, proporcionándoles las mejores condiciones técnicas para sus expresiones artísticas y todo aquello que permita establecer un clima cultural que defina el horizonte y construya equipo humano.
Alentados por este propósito, en San Joaquín creamos e instalamos desde los inicios de la gestión, un espacio denominado “Encuentros Artísticos Territoriales” como parte importante de este proceso dignificador, que le dio fortaleza a la participación ciudadana, al protagonismo social y al rescate de la identidad de barrio. Con este objetivo se conformaron Mesas Territoriales de Cultura, que han permitido la expresión comunitaria y funcionan con el claro objetivo de agrupar a los artistas del barrio con la comunidad, para organizar juntos, durante meses de trabajo, una fiesta cultural que refleja el éxito asociativo del proceso y que tiene como uno de sus principales resultados, la edición anual de un catálogo de artistas y artesanos locales.
En virtud de la experiencia acumulada, tras cinco años de implementación de este proceso participativo, en el año 2011 logramos en consecuencia, construir con el apoyo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes el Centro Cultural San Joaquín, un espacio de alto estándar técnico en pleno corazón de la población Edwards Bello. Nuestra estrecha relación con el proyecto hizo que se pensará en detalle su uso, con accesos directos a la parte trasera del escenario; equipos de sonido e iluminación de alto rendimiento y calidad, sector de cafetería y salas de ensayos. Sin embargo, nada de esto es útil sin la participación estrecha de los artistas locales y la “complicidad” de artistas nacionales que han comprendido nuestro propósito aportando con su arte.
Pensamiento crítico y programación
Nuestra programación intenta combinar la entretención con la educación. Estimular el pensamiento crítico de los miembros de la comunidad es vital para garantizar un desarrollo más integral. Este pensamiento ha sido una de las estrategias empleadas, no solo para llevar obras o música a la gente sino para estimular la creación particular. Testimonio de ello, es que desde el año 2006 a la fecha se ha generado un incremento de 15 a más de 90 organizaciones culturales en la comuna, consolidándose un catálogo de 120 artistas locales que han crecido en profesionalismo junto con la experiencia del Centro Cultural.
Uno de los ejemplos de este modelo, es el desarrollo alcanzado por agrupaciones de danza como Raipillán, Millantú o Jamuy Mapu, que han tenido destacadas participaciones en escenarios a nivel nacional e internacional. También está presente la cumbia clásica latinoamericana de Taco Aguja, el rock latino ochentero de Ermitaños con chequera, la compañía de teatro Sol Naciente, la clásica Legua York, el colectivo artístico Perro Viejo, la sensibilidad de la rapera Dania Neko y los trovadores urbanos Yeicot González, Natalia Arias y Daniela Fouere, entre muchos otros. Además, San Joaquín se ha convertido en semillero de nuevas tendencias musicales y teatrales, instalándose en el presente año el Sello Comunitario Perro Loco Records, que cuenta con un catálogo de más de 12 bandas emergentes de excelente calidad musical, seleccionadas de un total de 34 proyectos presentados, lo que da cuenta de la fuerza creativa de nuestros barrios.
En San Joaquín somos barrio cultural
El objetivo de esta política cultural es, en definitiva, facilitar el acceso, propiciando la creación y el fortalecimiento de las audiencias críticas reflexivas y el intercambio social y cultural, combinando la técnica en gestión, la sensibilidad artística y el cariño social. A esto necesariamente debe sumarse la mirada de la autoridad política que entienda la cultura y el arte como un factor central de desarrollo social de las comunidades.
Hemos logrado un sello específico con nuestra propia historia, lenguaje visual, estético y musical, que descansa en el reconocimiento de la identidad cultural. Ese es nuestro propósito, ese es nuestro objetivo: convertirnos en un barrio cultural para la ciudad y para el país.
Una actividad diversa y de gran alcance
El Centro Cultural San Joaquín desarrolla una intensa actividad en sus propias instalaciones, así como en plazas, calles y establecimientos educacionales, a donde llega también a través de la iniciativa BusCultura. Durante 2014, tuvo un total de 66.404 audiencias en todas sus actividades.
Su teatro municipal, ubicado en la población Edwards Bello, tiene capacidad para 400 personas, una cómoda infraestructura y equipamiento técnico de primer nivel. Además posee una sala multimedia y una de exposiciones.
Su programación considera obras de teatro, conciertos de músicos locales y nacionales -de música popular y docta-, presentaciones de danza, ciclos de cine, de teatro y de foros. En estos espacios se desarrollan también muestras artísticas y deportivas de creadores de la comuna y de distintas organizaciones sociales, así como la Escuela Taller Arte y Cultura, entre otras iniciativas.
Con el objetivo de democratizar el acceso a la cultura, se realizan actividades en espacios públicos, tales como conciertos, fiestas comunitarias y los Encuentros Territoriales de Cultura, que permiten potenciar a los artistas de la comuna y el desarrollo de la identidad barrial.
Ficha técnica
Jonny Labra Sepúlveda.[1]Músico y gestor cultural, director de contenidos y programación Centro Cultural San Joaquín.
↑1 | Músico y gestor cultural, director de contenidos y programación Centro Cultural San Joaquín. |
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