Para Donald Winnicott, célebre psicoanalista inglés, la cultura es entendida como un espacio transicional que se despliega entre el mundo y el niño. Esta sería entonces un amplio lugar donde se vive la mayor parte del tiempo, es decir, una tercera zona —ni interior ni exterior— donde se registra y habita la experiencia compartida de estar en el mundo. Cobra atención particular la emergencia de la subjetividad como condición básica para el encuentro con lo cultural. Así, más que una acumulación de contenidos, la cultura sería una matriz —simbólica y significativa— a través de la cual comprendemos la realidad, garantizando nuestro paso de lo natural al sentido.
Si la cultura viene a constituirse como condición básica para la existencia, sus usos y nominaciones —ya sea como campo, sector y objeto de estudio— deberían llevarnos a cuestiones respecto de su importancia, más allá de como un medio o un fin, sino como un valor que constituye la forma en que día a día nos relacionamos con otros, con nuestro entorno y la sociedad.
De esta manera, los artículos de Observatorio Cultural no solo buscan ampliar la información y conocimientos de nuestros lectores. Buscan también inquietar sus expectativas y sentido crítico, con el fin de hacer de aquello que llamamos lo cultural, no una acumulación de contenidos, sino más bien una cuestión cotidiana y presente que, como bien afirma Winnicott, nos asegure nuestra transición al sentido, construyendo la subjetividad.