En 1768, un sargento mayor de la caballería inglesa, realizaba exhibiciones ecuestres ejecutando extraordinarias hazañas acrobáticas, consciente del gran atractivo que producían estas entre los estratos más selectos de la sociedad británica, profundamente influenciada por el elegante militarismo del siglo XVIII. A estas demostraciones ecuestres, él les incorporó espectáculos de equilibristas, saltimbanquis, payasos y maromeros que acostumbraban actuar en sectores populares de las ciudades y pueblos europeos. Al integrar la novedosa y elegante exhibición ecuestre con los tradicionales y populares espectáculos callejeros, Phillip Astley había inventado el circo moderno. Al poco tiempo, los mayores salones y teatros del mundo ostentaban los más fastuosos espectáculos circenses. Y en la cartelera nacional decimonónica, elegantes teatros como el Municipal de Santiago, o el Teatro Victoria de Valparaíso solían presentar artistas de renombre mundial como los Buislay, los Hermanos Lee o los Hermanos Nelson, siguiendo las tendencias artísticas europeas. Por otro lado, ya en 1905, la troupe de trapecistas chilenos Pacheco deslumbraban a las audiencias del Ringling Brothers Circus en Estados Unidos.
Aún hoy, a pesar del advenimiento de las más variadas formas de entretención —entre las cuales está la televisión— en Europa, las artes circenses son consideradas al más alto nivel. Bautizada como “la madre de todas las artes” por Lenin a principios del siglo XX, los artistas de circo en Rusia gozan del mismo prestigio de aquellos del Bolshoi o el Kirov. Formados en antiguas y célebres escuelas de circo, se gradúan en todas las disciplinas nutriendo los elencos de los mejores circos mundiales. Bailarines de ballet clásico, gimnastas, músicos y actores ingresan a escuelas de circo los que, junto a circenses provenientes de las familias tradicionales, conforman un cuerpo artístico que ha permitido el florecimiento de grandes compañías circenses como Cirque du Soleil, Pinder Circus, Circo Natale o el Circo Nikulin entre otras empresas.
En este aspecto, Chile no queda fuera. Con una historia de actividad circense de aproximadamente 200 años, y una joven escuela de circo (Circo del Mundo, con 15 años de existencia) nuestro país ostenta sobre trescientos artistas circenses chilenos actuando en diferentes circos en todas partes del mundo. Destacamos a los trapecistas Vicente y Fernando Ventura en el espectáculo ZED del Cirque du Soleil en Japón; a Gino Farfán en su escuela de trapecistas en Estados Unidos, al domador Tabayara Maluenda en el Ringling Brothers’ and Barnum and Bailey’s Circus, al Tony Pastelito, que alcanzó fama mundial en el Circo de los Hermanos Vázquez de Estados Unidos; o a Luis Carlos Cárdenas Aguirre, payaso chileno que ejecuta su arte en el Pop Circus en Japón, quien, como único payaso chileno en ese lejano país, ha desarrollado una escuela de humor, con rutinas cómicas típicamente chilenas y que los recién iniciados payasos japoneses están tomando como propias.
Motivo de orgullo es esta exportación de artistas de primer nivel, lo que conlleva a una importante internacionalización de este tipo de arte y cultura de Chile. Sin embargo, también es un significativo llamado de atención: este éxodo de talentos acusa la escasa valoración de las artes circenses en Chile y las dificultades para el desarrollo de esta actividad en el país, tanto para artistas del circo tradicional como del circo contemporáneo.
En el caso del circo tradicional, al ser una actividad centrada en unidades económicas familiares, ha demostrado tener la absoluta capacidad de prescindir de aportes externos, en particular del Estado. Sin embargo, a pesar de su independencia económica, los circos tradicionales y sus artistas encuentran frecuentemente enormes obstáculos para el desarrollo adecuado de su actividad, ya que pocas veces cuentan con las condiciones básicas para poder ejercer su trabajo. A pesar de la promulgación de la Ley de Fomento y Protección del Circo Chileno (Ley 20.216), la experiencia muestra que esta ha sido insuficiente para regular el trato entre los circos y los administradores de los terrenos solicitados en arriendo, en particular los terrenos municipales. Puesto que aún no se ha redactado el reglamento que esta ley consigna, la asignación de terrenos usualmente depende de las voluntades de las autoridades edilicias, no siempre mostrando una favorable disposición. Cobros de arriendo arbitrarios, disposición en terrenos marginales que escasamente cuentan con las condiciones básicas tienden a mermar los recursos del circo, incidiendo directamente en un empobrecimiento en la calidad de vida de los artistas. La única municipalidad de Chile que tiene una plaza especialmente dispuesta para la instalación de carpas de circo, y que cuenta con luz, agua y buena accesibilidad, es la Municipalidad de Los Andes. Se espera que las recientes gestiones del Sindicato Circense de Chile junto al área de Artes Circenses del Consejo de la Cultura y de las Artes puedan eventualmente conducir a una regulación de los circos en relación a normativas, criterios de calidad y buenas prácticas, para así lograr un acuerdo entre los circos, representados por su sindicato y con el respaldo del Consejo Nacional de la Cultura, y la Asociación de Municipalidades, de tal forma de facilitar y normar los criterios de arriendo de espacios para el desarrollo fluido del trabajo circense.
La escasa vinculación entre el circo tradicional y el Estado también ha dejado a artistas circenses carentes de previsión social y tradicionalmente marginados de sistemas de salud adecuados. Los artistas jóvenes y en pleno desarrollo de su actividad gozan de escasos beneficios sociales y, en algunos casos, pueden estar en situaciones contractuales informales, lo que da una sombría perspectiva para la vejez. Hemos observado muchos ancianos de circo que sobreviven únicamente gracias a las redes sociales, los familiares y el apoyo que existe al interior de la comunidad circense tradicional. Al respecto es importante señalar que según información publicada por el Sindicato Circense de Chile, este escenario podría comenzar a cambiar en el corto plazo. Se destaca el esfuerzo del Consejo de la Cultura y del Gobierno de Chile que implementará, durante el año 2014, una casa de acogida para los artistas circenses que tengan más de 70 años de edad.
El éxodo de talentos nacionales es fuente de un problema mayor que afecta a los circos en la actualidad, en particular a los circos pequeños, puesto que la escasez de artistas empobrece la calidad de los espectáculos. Se hace, por lo tanto, imperativo realizar las gestiones que permitan mejorar las condiciones de trabajo de los artistas y evitar este éxodo masivo, lo que significa lograr una pronta y eficaz regulación que norme y estandarice los protocolos en las relaciones entre los municipios y los circos; que favorezca además el desarrollo de políticas que fomenten la creación de escuelas de circo según patrones y estándares internacionales, lo que serviría en la formación integral de nuevos artistas circenses para suplir las vacantes en el circo tradicional. En este caso cobra enorme relevancia el desarrollo de agentes vinculantes entre el circo contemporáneo y el circo tradicional.
El circo contemporáneo es una disciplina joven que incorpora elementos del teatro y de la danza creando novedosos espectáculos con fuerte raigambre en el circo tradicional.
En este caso, el mejor ejemplo de circo contemporáneo es el conocido Cirque du Soleil. Las empresas de circo contemporáneo no son núcleos familiares como en el caso del circo tradicional, por lo que su autogestión y sustentabilidad económica presenta ribetes más complejos. Ante esto, los artistas del circo contemporáneo están más dispuestos a hacer uso de los recursos disponibles a través de diferentes instituciones públicas (Fondart, Corfo, etc.). Estos recursos no siempre están disponibles en forma continua y sistemática, lo que ha incidido directamente en el desarrollo y especialización de los artistas de circo contemporáneo. La reciente creación de políticas, escuelas de circo y la habilitación de espacios para el desarrollo de esta actividad (con el apoyo del Consejo de la Cultura) permitirá acceder a altos niveles de especialización, autogestión, producción y acreditación; fomentando el florecimiento de novedosas compañías y artistas circenses, los que, además, nutrirían al circo tradicional siguiendo las tendencias europeas y de algunos países latinoamericanos como Perú, Brasil o México.
La creación del área de Artes Circenses del Consejo de la Cultura sin duda está contribuyendo a mejorar el reconocimiento institucional no sólo del circo contemporáneo sino que también del circo tradicional. Concediendo que el público chileno siente una profunda afinidad hacia el circo nacional –un circo grande puede atraer una impresionante cifra de 800.000 espectadores anuales– aún estamos lejos de que la institucionalidad pública reconozca y valore el aporte del circo desde una perspectiva artística, educativa y como centro de sociabilidad popular y cultural. Debieran promoverse nuevos puntos de asociación estratégica entre entes del Estado y el circo. La gran flexibilidad del circo le permite llegar a los más recónditos rincones del país, y su enorme audiencia le otorga al circo un sitial privilegiado de comunicación y educación masiva. Campañas de salud, refuerzo en la educación, campañas de higiene, etc. tendrían un eficaz resultado si se hicieran, por ejemplo, en comunión con las clásicas rutinas de payasos. Por otro lado, los cerca de cien circos que itineran por el país constituyen una verdadera red de personas fuertemente conectadas entre sí. Considerando la histórica presencia del circo en todas las catástrofes naturales de nuestro país, y su indiscutido aporte en estos casos desde el terremoto de Valparaíso de 1905 hasta el terremoto de Constitución de 2010; una asociación estratégica con entidades tipo municipios, ONEMI o FF.AA., facilitaría la capacidad de reacción ante cualquier eventualidad.
A nuestro juicio, creemos que es fundamental que el circo no sea solo considerado como mera entretención familiar. Destacamos importantes y novedosos hitos que conceden al circo una justa valoración desde el punto de vista cultural y artístico: exhibiciones tales como “15 años del nuevo circo en 200 años de historia” organizado por el Circo del Mundo en el Centro Cultural GAM, la exhibición de fotografías de circo en el Centro Cultural Palacio La Moneda y la exposición “Circo Chileno” en la Biblioteca Nacional durante el año 2011. Sin embargo, acusamos aún la ausencia de galardones, premios y reconocimientos nacionales en esta disciplina. En este sentido, sería muy ventajosa la realización de un festival internacional de circo en Chile, siguiendo los patrones internacionales. Anualmente se celebran importantes festivales de circo en varias ciudades del mundo como Budapest, Moscú, San Petersburgo, Massy, Wuhan o La Habana, siendo el Festival Internacional de Circo de Montecarlo el de mayor renombre. Inaugurado en 1974 por el Príncipe Rainiero de Mónaco y el doctor Alain Frére, en la actualidad es presidido por la Princesa Stephanie de Mónaco y premia a los mejores artistas del mundo. La troupe de trapecistas chilenos Los Flying Farfán, fieles exponentes del altísimo nivel del cual gozó el circo chileno en la década de los 60, recibieron este máximo galardón de manos de la Princesa Grace Kelly en dos ocasiones.
Recientemente se celebró la primera edición del Festival de Circ Castell de Figueres, en España organizado por el conocido historiador y coleccionista de arte circense catalán Genís Matabosch. Una gran carpa emplazada en la Plaza de Armas del castillo Sant Ferran de Figueres, la ciudad natal de Dalí, albergó durante 4 días a 52 artistas circenses cuidadosamente preseleccionados, provenientes algunos de escuelas de circo y otros de familias circenses, que cumplían con la condición de no haberse presentado jamás en pistas europeas. Los galardones de esta competencia, no solo contribuyen a engrosar los ya nutridos currículos de los artistas, sino que además sirven para asegurar importantes contratos laborales. Phillippe Agogue, Director del Departamento de Cazatalentos de Cirque du Soleil señala que “festivales de este nivel son el mayor punto de encuentro y reunión social entre artistas, empresarios, escritores, coleccionistas y prensa en general. Nos permite realizar nuevos contactos y estar a la vanguardia de lo que sucede en el mundo del circo. Además, no sólo se nutre el circo de los artistas de los festivales, sino que son una novedosa y atractiva vitrina pública” (Agogue, 2012). A juicio del connotado historiador Julio Revolledo Cárdenas de México: “El circo siempre ha estado a la vanguardia y ha impuesto tendencias. Durante el siglo XIX, fue el trasmisor de tecnologías de punta a todo el mundo, tecnologías en términos de iluminación, de transporte o de montaje, siendo además un importantísimo instrumento educativo, gracias a sus herramientas escénicas” (Revolledo Cárdenas, 2012).
Los festivales de circo son otra forma más de internacionalización de las artes circenses y contribuyen significativamente a la valoración y reconocimiento público de esta disciplina. El Festival de Circ Castell de Figueres, realizado con el apoyo del Ayuntamiento de Figueres, de la Diputación de Girona, es fiel heredero de su precursor monegasco y cumple con la tradición de homenajear tanto al circo español como al mundial, emplazándolo en un sitial de vasto reconocimiento cultural y mediático. Este escenario sirve de modelo para plantear a Chile como la gran ventana al mundo del circo latinoamericano. Genís Matabosch, director del Festival de Circ Castell de Figueres resume así: “un festival internacional de circo es una ventana al mundo, un foro de la multiculturalidad. América carece de un festival internacional que sí existe en otras latitudes. Un festival chileno debería cubrir el vacío actual de vitrina al mundo, de escaparate para el sector que ofreciera una selección de aquellas mejores atracciones circenses de Argentina, Brasil, Chile, México. Estos últimos años Chile ha vivido un resurgir del circo importante, en parte merced a la reivindicación de esta arte escénica como parte integrante de la cultura en mayúsculas. La experiencia de llevar un circo a Rapa Nui, la publicación de la historia del circo chileno, exposiciones, documentales, el noticiero La Leona… parece como si después del desafortunado terremoto, el circo se reivindicara con más fuerza que nunca en Chile. Está claro que este marco y su consiguiente proyección internacional postulan a Chile como un país capaz de ofrecer un festival internacional.” (Matabosch, 2012).
Referencias bibliográficas
Agogue, Revolledo Cárdenas y Matabosh (2012): Transcripciones de entrevistas realizadas por la autora de este artículo, Figueras, España.
Ducci, Pilar (2011): Años de Circo, Ograma Impresores, Santiago.
Oxman, Ilan (2010): Tesis de Pregrado de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Duarte Q., Claudio (2011): Estudio Diagnóstico, Campo del Arte Circense Chileno, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
Publicaciones del Sindicato Circense de Chile a través de www.circo.cl
Ducci González.[1]Bióloga de la Universidad Católica de Chile, Universidad de Stanford, EE.UU., Directora de Asesorías A&D Desarrollo Cultural, Profesora del Programa de Magíster en Humanidades de la … Continue reading
↑1 | Bióloga de la Universidad Católica de Chile, Universidad de Stanford, EE.UU., Directora de Asesorías A&D Desarrollo Cultural, Profesora del Programa de Magíster en Humanidades de la Universidad Gabriela Mistral, autora del libro Años de circo: historia de la actividad circense en Chile. |
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