Durante los últimos 50 años –desde la asunción de la administración del Chile civil en la Isla de Pascua–, la comunidad rapanui ha experimentado un proceso desafiante en torno a la definición identitaria y la proyección de la cultura que podría entenderse como tradicional. Los distintos actores participantes en la relación intercultural han dejado una impronta y la comunidad isleña ha sabido re-crear, tanto como inventar, nuevas formas culturales, coherentes con las necesidades contingenciales.
La capacidad creativa del sujeto cultural rapanui es un aspecto altamente rescatable en todo este proceso. Más que meros imitadores, los rapanui tienden a ser creativos constructores. Los hallazgos derivados de una observación etnográfica y un trabajo antropológico detallado –así como de la extensa revisión bibliográfica efectuada por especialistas en temas culturales de Rapa Nui–[1]Consejo de la Cultura y las Artes (2011): ¨Estudio Diagnóstico del Desarrollo Cultural del Pueblo Rapanui¨. Informe Final; no publicado. El equipo consultor estuvo dirigido por Valentina Fajreldin … Continue reading reflejan la existencia de una sociedad con un potencial de resguardo y salvaguarda patrimonial, dado por la posición de importancia que recoge del mundo entero, a la par de la auto-identificación de cada uno de los isleños con la figura de cultor de su propio patrimonio.
Sin embargo, existen hoy en día un sinnúmero de aspectos que amenazan la continuidad de las manifestaciones patrimoniales, y que se encuentran relacionados íntimamente entre sí, generando un contexto de vulnerabilidad.
En primer término, destacan los procesos de degeneración y folklorización de la lengua rapanui por parte de las nuevas generaciones de isleños, altamente mestizados; y su consecuente uso desprovisto de sentido, muchas veces sólo una sucesión de vocablos que configuran un auténtico fenómeno de rapañol. Especialmente notable es el problema de la comunicación de contenidos culturales profundos –en las instancias comunitarias cotidianas o festivas– donde los más jóvenes no logran interpretar en toda su complejidad la riqueza metafórica y poética de la lengua hablada por los abuelos. Sin duda la situación de la lengua rapanui es la que mayor impacto podría tener en la conservación y salvaguarda del resto de las manifestaciones patrimoniales, tanto materiales como inmateriales, dado que la misma es el vehículo a través del cual se articula la relación de intimidad entre los saberes tradicionales transmitidos oralmente y la comunidad con sus nuevas generaciones.
Otro de los factores de vulnerabilidad patrimonial es la exposición a los fenómenos globales de deterioro ambiental y los problemas coyunturales derivados de la amenaza de sobrepoblación de la isla a través de la inmigración creciente de población continental. La presión sobre la tierra y los recursos naturales afecta día a día la calidad de vida de la comunidad rapanui, generando una sensación de zozobra e incertidumbre permanente. Esto se encuentra profundamente ligado al que a veces pareciera ser un problema crónico en torno a la propiedad y el uso de la tierra y el territorio isleño. Al igual que el resto de los pueblos originarios donde el territorio constituye la base de las posibilidades de existencia social, política y económica, el caso de Isla de Pascua reclama el reconocimiento de parte del Estado, de niveles mayores de autonomía administrativa y del manejo adecuado, con mirada de largo plazo, de las reivindicaciones territoriales y del manejo del medioambiente social y físico en que se vive.
Por último, y ubicado en un nivel de consecuencia, valga mencionar la tendencia de la producción artística-artesanal a la repetición estereotipada motivada por el mercado, la cual es especialmente evidente tanto en las manifestaciones de danza, como en la producción artesanal de réplicas de piezas arqueológicas principalmente en madera. Esta fabricación masiva tiende a satisfacer el mercado del turismo que pocas veces posee un ojo experto capaz de distinguir la figurilla de repetición con pobres terminaciones, de aquella donde la réplica tiene un valor mayor dado por el material con que se construye, la técnica refinada de su escultor.
Estas manifestaciones patrimoniales y sus contextos de vulnerabilidad reflejan una sociedad en proceso de re-semantización, lo que parece ser un claro signo de vitalidad de la cultura; pero, por otra parte es notoria la situación de desgaste de algunas de las más importantes instituciones sociales tradicionales como el llamado umanga (acción con fines comunitarios, trabajo comunitario) y su progresivo reemplazo por formas de enfrentar los desafíos contextuales, más cercanas a la solución individual o de la familia nuclear.
Pese a este escenario, discursivamente existen dos elementos que antropológicamente es relevante referir ya que tienen en sí una semilla de esperanza en torno del patrimonio cultural de la Isla.
Por una parte, el discurso sobre la forma de organización social durante la última década ha tendido a generar una figura de patrimonio familiar extendido, entendido como clánico; la cual es aludida por la comunidad como una forma de re-inventar una institución antigua y valiosa. Así, cada familia estaría retomando algunos elementos culturales que le fueron propios –encargados por el colectivo de antaño para su salvaguarda y administración– y hoy estarían en condiciones de replantearse como a su cargo. Los saberes familiares, tales como ciertos conocimientos medicinales, artesanales, productivos, entre otros, estarían re-valorizándose en la comunidad actual, y en ello cobran especial importancia las nuevas generaciones.
Por último, el otro elemento discursivo de relevancia y altamente recurrente, es la referencia transversal al concepto de mana (poder ancestral) y su necesidad de recuperación para un sentido de comunidad y de bienestar. Gran parte de este mana –el cual por definición es parte de la noción territorial isleña–, se conserva en las piezas arqueológicas emblemáticas, que salieron de la isla en manos de viajeros y expediciones científicas, diplomáticas y/o comerciales (determinados moais, figurillas de Kava Kava, cráneos tatuados de los ariki; huesos de los antepasados que yacían en las plataformas denominadas ahu, entre otras); y la comunidad considera imprescindible su recuperación como una forma de propiciar el retorno de este poder ancestral para beneficio propio.
Entre el anquilosamiento de las formas de arte y artesanía y la vitalidad de la comunidad; entre el folklore y la creatividad, ¿cómo se logra un punto en el cual pueda reproducirse el sentir de la colectividad coherente con su medio ambiente y su tradición cultural? De esta manera, patrimonio y determinantes sociales se encuentran íntimamente unidos a una dimensión simbólica y política que resulta imprescindible observar en su conjunto para que desde las políticas públicas pueda contribuirse a los procesos que la isla requiere y merece.
Referencias bibliográficas
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2011): “Estudio Diagnóstico del Desarrollo Cultural del Pueblo Rapanui”, Informe Final, no publicado.
Dra. Valentina Fajreldin Chuaqui.[2]Antropóloga social y académica Universidad de Chile.
↑1 | Consejo de la Cultura y las Artes (2011): ¨Estudio Diagnóstico del Desarrollo Cultural del Pueblo Rapanui¨. Informe Final; no publicado. El equipo consultor estuvo dirigido por Valentina Fajreldin y sus coautores son Francisco Torres, Susana Nahoe y Alejandra Estay. Contó con la asesoría metodológica de Judith Reyes y Gene Lagos. El Informe se nutrió de diversos artículos especialmente preparados por un grupo de especialistas en temáticas de Isla de Pascua: Francisco Torres, Susana Nahoe, Rolando Quinlan, Andrea Seelenfreund, Francisca Ramírez, Miguel Fuentes, Virginia Haoa, Anette Zamora Rapu, Alejandra Estay, Moira Fortin, Sofía Abarca, Rodrigo Gómez y Valentina Fajreldin. |
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↑2 | Antropóloga social y académica Universidad de Chile. |