Ser parte de la sociedad andina del norte de Chile por generaciones y tener el privilegio de conocer caseríos, poblados, valles y ciudades atendiendo problemas personales, familiares, grupales y comunitarios como trabajadora social, estableciendo contactos frecuentes con la institucionalidad pública, la academia y la sociedad civil, me permitieron tener una visión de pequeño, mediano y largo plazo del desarrollo cultural, la gestión cultural y el patrimonio material e inmaterial. Para entender mejor estas reflexiones, es necesario situarse en uno de los lugares más desérticos del mundo, donde uma, agua padre, y pacha, tierra madre, son la esencia vital. El espacio que va de cordillera a mar abarca diversidad de pisos ecológicos, donde el cambio de planos altitudinales produce diferencias de clima, vegetación y fauna. Estos pisos también inciden en variables sociales básicas y en las formas de producción de los habitantes de la región.
En este territorio desértico se pueden distinguir sectores altiplánicos con altitudes de más de 3500 mts. sobre el nivel del mar, donde las actividades son principalmente la crianza de camélidos y el pastoreo, y sus habitantes viven en caseríos distantes varios kilómetros unos de otros; al descender se encuentran los poblados precordilleranos donde predominan cultivos de mejorana y orégano, papas, maíz y algunas hortalizas, junto a la crianza de ganado menor. De esta forma, al investigar, por ejemplo, sobre patrimonio alimentario de Chile, esta región concentra la mayor riqueza de recursos filogenéticos agrícolas; de 33 productos de nuestro patrimonio agrícola, 29 están presentes en esta región.
Siguiendo con la geografía, después de las pampas adornadas por cactus candelabro están los valles costeros, donde han emigrado los habitantes de las alturas junto al curso de las aguas y buscando mayor educación para sus hijos; los que han logrado un título o un trabajo estable se han instalado en la ciudad. Además, la calidad de región bifronteriza conectada con los países vecinos genera la migración constante de visitantes y trabajadores bolivianos y peruanos.
Así, en el siguiente texto, quiero dar a conocer algunas perspectivas sobre la relevancia de la interculturalidad en la región expresada en algunos de sus ritos y tradiciones.
I. Festividades y tradiciones
Los inmigrantes altiplánicos traen sus experiencias de vida, sus sentires, sus quereres y saberes, sus temores y esperanzas, sus sueños; suelen no olvidar sus lugares de origen y regresan a ellos en tiempos de las ceremonias de los santos patronos o de los rituales de tierra (siembra, cosecha, carnavales etc.), ya sea como participantes colectivos o investidos de un cargo especial, que cada pareja se comprometió voluntariamente a asumir el año anterior: mayordomos, alféreces o cabecillas.
La organización y participación de los pueblos en una fiesta tradicional o de “la costumbre” es admirable, ya que incluyen todas las etapas de planificación de un buen proyecto y han considerado un antes, un ahora y, un después, con un presupuesto que cubra la atención de 500, 800 o más personas[1]En un pueblo de precordillera, no viven mas de 50 personas en la actualidad, a excepion de Putre; en el altiplano, las familias se dispersan en caserios y solo se juntan en el poblado central en … Continue reading con almuerzo para todo el que llegue al pueblo, gratuitamente; todo es responsabilidad del alférez en su día y del mayordomo en el suyo: la atención a las autoridades e invitados especiales, las bandas de bronce encargadas de amenizar los bailes que empiezan en la víspera, disponer del personal necesario para atender a los cientos de visitantes, considerar riesgos y anticiparse a ellos, etc.
El mayordomo, mayor en jerarquía, apoya al alférez y sus cabecillas y da cumplimiento a las diferentes actividades que deben realizarse en cada celebración, con el protocolo y el ritual correspondiente.
La realización de estas festividades por siglos y generaciones, da cuenta de las mejores prácticas de participación ciudadana y cohesión social, en las que no ha mediado asesoría profesional o institucional; es un saber que se encuentra en la mente y alma de la cultura andina y que se trasmite oralmente.
Con la llegada de la modernidad y con nuevos actores ya urbanizados, se hace necesario establecer, en conjunto con los mayores, algún manual de celebraciones y protocolos para las distintas festividades, a fin de evitar malos entendidos y confusiones respecto a los roles de cada uno.
Hay ceremonias y festividades que se han mantenido en su lugar de origen, mientras que otras han sido llevadas a otras localidades por habitantes que han migrado, como el caso de los pequeños agricultores que se instalaron en los valles costeros y llevaron hasta allí sus ceremonias. Otras festividades, en tanto, evidencian el sincretismo religioso existente, como las fiestas de cosecha realizadas generalmente en el mes de mayo, donde la religiosidad aymara-católica está presente en el homenaje rendido a la Cruz de Mayo, y en donde al mismo tiempo se reúnen por grupos o sectores en las parcelas y casas de los alféreces, con participación de integrantes de comunidades andinas y no andinas, mostrando su producción, agasajando al visitante y realizando una suerte de evaluación agropecuaria en la que se analizan los ciclos de agua, la calidad de semillas, los precios del mercado, etc., convirtiendo la festividad en una magnífica ocasión para la la fortificación de lazos interculturales.
II. Tejedoras artesanales y danzas tradicionales
Cuando se habla de tejedoras artesanales se habla del altiplano, donde se crían las alpacas que producen una de las lanas más finas del mundo; la mayoría de las tejedoras están en la ciudad, son la cara visible en ferias y exposiciones, pero tras ellas hay cientos de personas que realizan las más diversas funciones para llegar a tener una prenda: hombres y mujeres que crían el ganado, esquilan, limpian la lana, hilan, tiñen y tejen, muchos de los cuales saben realizar todas las funciones, pero prefieren dedicarse a una o dos de ellas. Participé como jurado del Encuentro Internacional de Textiles Andino, y fue una experiencia llena de gozo, mediante la que pude darme cuenta que es el producto de las y los artesanos y no una simple copia de otros más antiguos, transformándose en “arte mayor”. Al conversar con ellos y conocer cuáles eran sus pensamientos y emociones -mientras elegían la combinación de colores, formas, iconografías, espacios y destino del producto (como herencia especial, para trabajo, para cargar un bebé, para la venta etc.)-, afirmaban que hay mensajes en sus textiles, que es toda una creatividad personal. Cada poblado tiene características propias y no es fácil elegir el mejor, para el gusto de un jurado que a veces no penetra en la intimidad del mismo.
Al entrar al espacio del arte del movimiento y de la música, se comprueba que las danzas andinas se posicionaron de la región en gloria y majestad. Ya es tradicional el “Carnaval Andino” o Inti Ch’amampi (con la fuerza del sol) que es organizado anualmente por la Ilustre Municipalidad de Arica a fines de enero; más de cinco mil danzantes de toda edad, agrupados en 54 organizaciones muestran su alegría, orden, habilidad de movimientos y espectacular vestimenta, junto a sus bandas de bronce que invaden todo el ambiente. Hay premios en dinero para las diversas categorías que incluyen caporales, muy populares entre la juventud de sectores urbanos; danzas livianas, de coreografía más rápida, movimientos atléticos y acrobáticos (tinkus, tobas, kullaguadas, llameradas, suri sicuris, entre otras); danzas pesadas, de coreografía más lenta, movimientos cadenciosos y trajes más pesados (morenadas y diabladas); danzas de rescate local (por ejemplo, carnavales de pueblos de precordillera y cordillera y carnavales de valles costeros, los que deben llevar instrumentos autóctonos y no bandas de bronce); existen también otras categorías y otras culturas e invitados especiales tanto nacionales como internacionales. Año a año, se van perfeccionando las bases y participan activamente los fundadores de las dos federaciones que se unieron para entregar a la región y a su turismo una gran muestra cultural. Las principales variables que se consideran para la premiación son la presentación coreográfica, la interacción con el público y el vestuario.
Algunas observaciones respecto a las danzas
Se piensa que solo las danzas de rescate local son representativas de la región y deberían tener tribuna, y que otras danzas tendrían su origen en los países vecinos y pertenecerían a ellos. Un análisis más profundo y neutral prueba que hay raíces comunes por ser parte del mundo panandino, con antepasados cincuntitikaka que desarrollaron su cultura en los distintos pisos ecológicos de cordillera a mar donde aún existe el complemento tanto económico, social como cultural.
Las rancheras, por ejemplo, que se bailan en el campo centro-sur de Chile son de origen mexicano, los boleros de antaño, son cubanos o mexicanos, los tangos son argentinos, la bachata, la cumbia, el reggaetón, etc., son caribeños, y así viene la moda, gusta, se adapta y se hace propia. La danza de caporales, por ejemplo, es gusto de jóvenes: muchos universitarios, andinos y no andinos participan en estos grupos, permitiéndoles una libertad en la asociatividad y una ocupación de su tiempo libre y cuyos ensayos exigen disciplina y responsabilidad. Hace un par de años descubrí que el Carnaval de Belén es similar al de Arequipa en letra y música. Entonces ¿por qué criticar la alegría y lo positivo que puede provocar una expresión cultural, si provoca bienestar para sí mismos y los demás?
El mundo nativo del Norte Grande tiene mucho que enseñar a las nuevas generaciones en sus diversas áreas productivas, tecnológicas, sociales y espirituales. En esta columna, solo se ha tocado una mínima parte, tal vez la más visible, siempre buscando que el patrimonio de esta región sea valorado, para que seamos capaces de conservar su valiosa biodiversidad y también como herencia de seguridad y soberanía que los pueblos andinos legan a la sociedad contemporánea (Manzur & Analoca: 2012).
Referencia bibliográfica
María I. Manzur y Nancy Alanoca (2012): Patrimonio Alimentario de Chile, Productos y Preparaciones de la Región de Arica y Parinacota, Fundación Sociedades Sustentables-Fundación para la Innovación Agraria, Santiago, Andros.
Nancy Alanoca Astigueta.[2]Trabajadora social U. de Chile, candidata a magíster en Ciencias Agrícolas, gestora cultural, investigadora social, ex consultora OEA, miembro directivo de agrupaciones gremiales y culturales.
↑1 | En un pueblo de precordillera, no viven mas de 50 personas en la actualidad, a excepion de Putre; en el altiplano, las familias se dispersan en caserios y solo se juntan en el poblado central en ocasiones de fiestas, reuniones oficiales o ferias. |
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↑2 | Trabajadora social U. de Chile, candidata a magíster en Ciencias Agrícolas, gestora cultural, investigadora social, ex consultora OEA, miembro directivo de agrupaciones gremiales y culturales. |