Art, Equality and Learning: Pedagogies Against the State
Dennis Atkinson, 2011, Goldsmiths Universidad de Londres. Sense publishers
Inglés, 194 páginas.
A la luz de los crecientes cambios sociales y del descontento general en el mundo en relación a los sistemas educativos, Dennis Atkinson nos presenta en su nuevo libro un análisis de la educación artística actual, desde la perspectiva de la igualdad y el aprendizaje real. Este último, entendido como un proceso de renovación, mediante el cual los y las estudiantes traspasan los espacios tradicionales de enseñanza para reacomodar el aprendizaje y buscar nuevos significados. Las políticas vigentes abordan la enseñanza del área artística, al igual que las otras disciplinas pedagógicas, dentro de los marcos normalizadores y estructurados de los discursos institucionales, limitándola y conduciéndola, sin duda alguna, en dirección opuesta a las prácticas artísticas contemporáneas actuales. El autor pone en tensión lo nuevo y lo tradicional; el arte en la educación y el arte en la actualidad; el conocimiento y la verdad; los distintos ámbitos ontológicos del artista y del maestro que luego los reúne en la idea del artista-profesor.
En el libro, el autor demuestra cómo el arte contemporáneo ha tomado un camino que la pedagogía no ha sido capaz de seguir. Al comparar la acción pedagógica en el ámbito artístico con la práctica del arte contemporáneo, nos permite tomar conciencia que, por un lado, el arte se constituye como una redistribución radical de las iconografías de los objetos de arte, del artista y del espectador. Se involucra con la creación de significados y el desafío a conceptos establecidos, provocando las nociones que tenemos acerca de las habilidades y técnicas artísticas. Además, aparece íntimamente ligada al cuestionamiento y reconfiguración de las relaciones humanas, con los otros cercanos y con el mundo como totalidad. Por otro lado, la pedagogía artística escolar tiende a reproducir y confirmar una distribución de comprensiones y actitudes particularmente conservadoras en relación a los objetos y sujetos artísticos. A pesar de que cada vez se realizan más cambios en los currículos artísticos, los cuales responden a los rápidos cambios del mundo, estas modificaciones son sólo una re-acomodación de las pedagogías tradicionales, que mantienen el modo clásico de concebir la relación sujeto – objeto, en que el arte se constituye únicamente como una representación del mundo fuera del sujeto creador.
Para Atkinson, el problema reside en que los cambios están enfocados en los discursos institucionales y no en el sujeto de la educación artística. De este modo, propone que el enfoque de la pedagogía debiera centrarse en la relación entre los educadores y los educandos, transformando a estos últimos más bien en “aprendiendos”, ya que son sujetos activos en la adquisición de su propio conocimiento. Es decir, los profesores ya no pueden concebir su actividad como una mera transmisión de conocimientos, sino que deben concebirse a sí mismos como guías que acompañan y orientan a sus estudiantes en sus experiencias artísticas. Además, se sugiere que la pedagogía debiese poner mayor atención a los procesos que se viven en el arte contemporáneo y tomarlos como referente para modificar el propio ejercicio de su actividad.
En las diversas prácticas y teorías de arte contemporáneo, el sujeto es concebido como alguien que emerge de manera reflexiva como consecuencia de las relaciones sociales. A través de los discursos y las prácticas, desde las estructuras en las cuales las relaciones son constituidas y transformadas, surge constantemente el sujeto, ya que éste no es constituido como algo definitivo, sino como un acontecimiento. En este punto, el autor cita los “ready-mades” de la obra de Duchamp: “La irrupción de los ready-mades de Duchamp en el mundo del arte occidental rompió con los discursos y las prácticas a través de las cuales se entendía el arte en ese momento, dando lugar a una resignificación del objeto de arte, del artista y de las técnicas artísticas” (pág. 11). Desde esta perspectiva, no hay cabida para una percepción natural no mediada, es decir, la distinción entre el sujeto y lo social es más bien borrosa y la subjetividad, más efímera, contingente y menos tangible.
En ese sentido, el sujeto se forma en sus relaciones, siempre cambiantes, con los otros: relaciones que no sólo lo constituyen, sino que lo modifican permanentemente. Atkinson utiliza algunas ideas de Žižek para afirmar que las representaciones no son específicas del sujeto, sino que son concebidas dentro de imaginarios sociales, iconografías e ideologías que estructuran nuestra comprensión y aprendizajes. Por el contrario, en las ideas clásicas y tradicionales del artista y el estudiante de arte, se utiliza una noción cartesiana del sujeto, es decir, un ser que opera de manera independiente de sus relaciones actuales con el mundo, en la cual los objetos representados no sólo son entendidos como si estuviesen “fuera de él”, sino que también son vistos como un ser independiente de su creador y de quien lo observa.
Así, si tuviésemos una mirada sobre la educación artística escolar desde la subjetividad, seríamos capaces de revisar los discursos institucionales, tales como los marcos curriculares y evaluativos del arte escolar, como discursos que construyen determinadas prácticas y, por lo tanto, producen una subjetividad regulada tanto de los educadores como de los estudiantes. Esta nueva forma de concebir la educación artística otorga la oportunidad de desafiar el terreno ideológico y las iconografías de dichas prácticas. Además, al tomar en cuenta estas nociones, podríamos repensar los contextos de la enseñanza-aprendizaje en la educación artística escolar, tendríamos que construir nuevos espacios narrativos para otorgarle libertad a la práctica, incorporando una idea transformada del sujeto expresivo y todas las nociones pertenecientes a los escenarios ontológicos de la práctica pedagógica.
Esto agrega un nuevo rol a los educadores, los cuales ya no son transmisores de un conocimiento, sino guías o facilitadores del aprendizaje, coaprendices, promoviendo el diálogo y reordenando su conocimiento en colaboración con los “aprendiendos”. De este nuevo rol deriva el concepto de “comunidades de aprendizaje” como el escenario para facilitar y enriquecer el aprendizaje y el cambio. Además, como parte de esta reelaboración de los sujetos de la pedagogía artística, se necesita una elaboración que destaque una mirada del aspecto multi-módico que prevalece, por ejemplo, en las prácticas artísticas de la educación parvularia. En ellas, se enfatiza el aprendizaje para promover la conciencia y el desarrollo individual y social en y entre las comunidades de aprendizaje. En este sentido, las artes son utilizadas como un medio para el aprendizaje y la transformación personal y social de los niños y niñas. Sin embargo, estos métodos son prácticamente abandonados en la educación básica.
Es así es como Dennis Atkinson, utilizando autores como Badiou, Lacan, Butler, Rancière y Žižek, nos llama a reflexionar sobre la posibilidad de utilizar las prácticas e ideas del arte contemporáneo para pensar en un espacio pedagógico efectivo que reconfigure la educación artística de acuerdo a nuevas y más eficaces formas de distribución de lo sensible y, por qué no, para re-pensar la práctica educativa en las distintas disciplinas.
Magdalena Novoa.[1]Master en Gestión de las Artes Creativas de London College of Communication. Sección de Educación Artística y Cultura, Departamento de Ciudadanía y Cultura.
↑1 | Master en Gestión de las Artes Creativas de London College of Communication. Sección de Educación Artística y Cultura, Departamento de Ciudadanía y Cultura. |
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