En simbiosis con expresiones musicales populares multiétnicas, Margot Loyola, a través de su originalidad creativa, logró sublimar estas peculiaridades musicales encontradas en sus muchos viajes a los confines de Chile, gracias a su aguda comprensión de las diversas expresiones musicales y su arte de la composición magistral. Impresas con su ligereza y llenas de ritmos, la mayoría de sus canciones suenan como un grito alegre y orgulloso de bailar. En ellas están todos los ingredientes para pasar buenos momentos de música y baile folclórico y en ellas es probable que todos detecten sonidos y ritmos conocidos.
Bernard Kaisin
Estudioso de la cultura popular y religiosa, Francia
Margot Loyola fue una mujer al frente de su tiempo. Como folclorista, estudiosa de la música, danza y cultura chilena y latinoamericana, dejó un legado para las generaciones que tienen el privilegio de conocer, no solo su historia sino también su preciosa obra.
Chile tiene el honor de tener una hija de la cultura latinoamericana que supo expresar de manera peculiar la cultura de su pueblo y eternizar su obra. En este centenario de la maestra, deseamos que, así como ella lo hizo, el país preserve siempre ese legado tan rico e importante para la cultura de los pueblos latinoamericanos.
Flavia Passaglia
Especialista en Política y Gestión Gubernamental y periodista
Asesora de Comunicación y Relaciones Públicas del
Partido Movimiento Democrático Brasileño
Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él”, escribió el poeta peruano, César Vallejo. Solo las mentes brillantes pueden resumir en pocas palabras lo que los genios representan de forma unánime para sus pueblos. La maestra Margot Loyola Palacios encarna el sentir del folclor chileno y latinoamericano.
Josué Aparicio Vivar
Periodista peruano
Margot Loyola en Chile, Chile en Margot Loyola
Margot Loyola, cuyo centenario celebramos en 2018 y 2019, fue una las mayores folcloristas del siglo XX, no solo en Chile sino globalmente. Pero su pasión por su país natal, Chile, fue primordial. Declaró una vez: “Mi vocación es un amor casi enfermizo, neurótico tal vez, por la tierra. Yo no lo puedo explicar, pero es un amor que me hace llegar a las lágrimas, porque siento todo el país dentro de mí, todos los caminos, todas las desesperanzas y esperanzas, los sufrimientos”. Y esta pasión ha sido mutua. En febrero del 2008, su compañero de toda la vida, Osvaldo Cádiz, tuvo que contestar el teléfono durante dos días seguidos cuando se lanzó el rumor en los medios de que Margot había fallecido —claro indicio del cariño que le tenía la gente—.
Margot Loyola desarrolló un importante trabajo docente que inició a fines de la década del 40. A través de todo el país, desde Arica a Magallanes entre 1949 y 1963, enseñaba cueca. Entre sus alumnos se encontraban Víctor Jara, Rolando Alarcón, Natalia Contesse y Andrea Andreu. Dejó bailando cueca a medio Chile, porque fueron cursos de mucho éxito. Durante una gira que efectuó en Rusia, le pidieron que se quedara para interpretar Carmen de Bizet, pero prefirió volver a Chile y seguir con sus cuecas.
El trabajo en la enseñanza del folclor que realizó en la Universidad de Chile durante la década del cincuenta fue cuna de agrupaciones como Cuncumén y Millaray. Ritmos como la tonada, la cueca, la música pascuense y mapuche, refalosas, corridos y zamacuecas, tanto en canciones de su autoría como de compositores clásicos o recopiladas por ella misma en terreno, componen el patrimonio que Margot Loyola se empeñó en rescatar y transmitir a lo largo de más de ochenta años.
Aparte de sus inmensos talentos, Margot siempre conservaba sus lazos con la gente más humilde —no solo en Chile sino por toda América Latina, y más allá—. Una vez, tras recibir un gran premio del gobierno colombiano, un campesino en Villa de Leiva le dijo: “Usted no es artista, señora, usted es campesina, igual que nosotros”. Para Margot misma, fue este amor de la gente común lo que le importaba más que nada: “Ese ha sido el reconocimiento máximo que he tenido en mi vida, más que haber tocado en La Sorbonne para grandes músicos”.
Pablo Neruda le llamó“la Emperatriz absoluta de la tierra chilena y sus canciones” —Margot puso música a tres escritos de Neruda—. Como Neruda, como Violeta Parra, Víctor Jara y Gabriela Mistral, Margot Loyola fue una artista que siempre mantendrá su posición en el corazón de Chile. Dejemos la última palabra a Margot: “La gente sigue conmigo. Se abre una puerta a la primera mirada y ya estoy dentro de ellos, ellos dentro de mí. Los amo profundamente y eso el pueblo lo sabe”.
Adam Feinstein
Royal Literary Fund, University of London
La presencia de Margot Loyola en Magallanes
El 10 de junio de 1955, el puntarenense diario El Magallanes titulaba: “Se anuncia para el próximo mes la presentación de la investigadora y folklorista Margot Loyola”. La destacada artista había aceptado una invitación de la Sociedad Proarte, insigne institución que desarrolló una intensa labor en beneficio de la cultura del austro. Uno de sus directores, al referirse a la maestra, señalaba: “Es una de esas figuras que se destacan en el país por sus relevantes condiciones personales de simpatía y talento artístico, a la vez que por el admirable empeño con que se ha dedicado a escudriñar en la inagotable veta de nuestro folklore nativo”.
A casi 70 años de este memorable anuncio, la figura de la maestra Margot Loyola ha ganado un sitial de preferencia en el alma de los habitantes de este apartado lugar del país, consecuencia de su apoyo permanente a las diferentes agrupaciones, escuelas y actividades artísticas que, cada vez que recurrieron a ella, encontraron el consejo desinteresado y la compañía autorizada de quien, por años, desde una perspectiva metodológica y didáctica, se entregó a cultivar lo más puro de nuestro arte tradicional.
Luego de superadas todas las barreras que la lejanía de la tierra magallánica interponía, el 3 de noviembre de 1955, aterrizaba en Punta Arenas, Margot Loyola Palacios. El 10 realizó su debut con un Teatro Municipal lleno y, debido al éxito, se ofreció al día siguiente un segundo concierto. El programa consultaba obras recogidas por Carlos Isamitt, con acompañamiento de cultrún; canciones pascuenses recogidas por la maestra de Felipe Riroroko; canciones recogidas de la zona central, con sus explicaciones, lo que era una gran novedad para el público austral; y finalizó el concierto con Los agravios, cueca recogida de Sarita Martínez, de Pomaire.
En los días posteriores abrió un curso destinado al aprendizaje de danzas y cantos que cantó con una gran asistencia de estudiantes, que se sintieron absolutamente cautivados por la joven maestra. Tras un mes de intenso trabajo, junto a sus alumnos, ofreció un concierto de despedida, el 12 de diciembre, que, organizado por el Club de Leones, fue a total beneficio de las obras de la institución de bien público, en particular, dedicado a la pascua de los niños más necesitados.
Seguramente se sintió enamorada de la tierra austral, pues permanentemente regresó a ella y siempre entregó lo mejor de su arte en el rol de intérprete, profesora y defensora de lo más sagrado de nuestra cultura tradicional. Los magallánicos también cayeron en el encanto de la artista y cada vez que visitó la Perla del Estrecho, contó con la incondicionalidad del público, que siempre estaba deseoso de aprender algo más. Nunca Margot Loyola Palacios decepcionó a sus seguidores.
Con motivo del centenario de su nacimiento, las escuelas de Magallanes rindieron diferentes homenajes, desde veladas hasta semanas dedicadas a trabajar en su obra y legado. Al visitar la Escuela Villa las Nieves, de Punta Arenas, en el mes de agosto del 2018, llamaba la atención el espacio que ocupaba una muestra realizada por estudiantes de todos los niveles: era impresionante la cercanía de muchos niños, que tal vez se acercaban por primera vez a la obra de la maestra. Aunque han pasado largos años, la semilla sembrada en ese viaje de 1955 rindió nobles frutos que permanecerán en el corazón de todos los afortunados que escuchen, lean o se acerquen a la obra de esta gran maestra.
Jaime Bustamante Bórquez
Profesor de Educación Musical Secretario de la
Fundación para el Desarrollo de la Cultura y las Artes de la Municipalidad de Punta Arenas
Cuando nombramos a Margot Loyola, decimos…
Tierra, guitarra, danza, sueños, trabajo, rescate. Decimos vida desde lo más profundo del alma y nos llenamos de imágenes, colores, movimientos, canciones, zapateos y pañuelos que surcan los aires como corona de bailarines… cuando recordamos a Margot, hablamos de la Colonia, paseamos por los tajamares, por la Alameda de las Delicias, nos abanicamos en los salones escuchando pianos y vihuelas al compás de alguna mazurca y, ya bien entrada la tarde, nos vamos a las chinganas, después de la oración, enfilando a los campos, plagados de poleo y albahaca, y nos encontramos en algún corredor de una vieja casona, o bajo el parrón de una vieja casita… todo esto y más es Margot Loyola Palacios. Ella seguirá latiendo siempre en el corazón de quienes amamos nuestra tierra y sus tradiciones.
Cada rincón de este Chile
guarda un trocito de historia,
en su apreciada memoria
viven cantoras gentiles,
guitarras y voces por miles
son cantoras afamadas,
en rodeos y ramadas
ya se escuchan sus canciones
y la Margot canta señores
la mejor de sus tonadas…
Carlos González Quintana
Creador del Festival Brotes de Chile. Angol
El legado de Margot Loyola Palacios
El legado de Margot Loyola está más vigente que nunca y se puede confirmar en el genuino interés que existe en la actualidad por mantener vivo su trabajo, tanto a nivel nacional como internacional. Su labor pionera en el área de la investigación del patrimonio cultural chileno ha permitido que su trabajo sea constantemente estudiado y citado por los investigadores que actualmente abordamos estas manifestaciones, que aún se desarrollan y renuevan en el territorio nacional.
Su repertorio como intérprete y compositora, recopilado en un permanente trabajo de campo y que comienza a grabar desde la década de los cuarenta, ha permitido tener un registro histórico de enorme valor de la existencia de melodías que aún se interpretan en fiestas religiosas como las del pueblo de La Tirana tales como la aurora, la vara y el arrurú. Junto con ello, su estudio, interpretación, enseñanza y publicación de más de cincuenta danzas tradicionales y populares en Chile nos permite contar con un material pedagógico de gran valor para que pueda ser recreado por toda la comunidad que busque conocer más sobre nuestras tradiciones.
Margot se mantuvo activa hasta el final de sus días, en una labor colaborativa permanente con su marido, el investigador Osvaldo Cádiz, y ambos estuvieron siempre disponibles para enseñar, aconsejar y colaborar con las nuevas generaciones, fueran ellas del mundo del folclor o de otros géneros musicales como el pop de Gepe y el hip-hop de La Legua York. Personalmente, fui testigo de la generosidad de Margot cuando nos escribió las líneas de presentación del disco Andanzas, que grabamos junto al Cuarteto Latinoamericano de Saxofones, en el año 2000, siendo un apoyo fundamental para validar la fusión que proponíamos de interpretar música folclórica con saxofones. Margot fue, es y seguirá siendo un pilar fundamental para la cultura chilena.
Ricardo Álvarez Bulacio
Profesor Asociado IMUS Doctor en Música (Universidad de York, Inglaterra)
Como un ekeko
No hay día que no se me aparezca. Primero me sorprendía. Luego asumí que la vería siempre, que no sería posible evitarla. Ni siquiera intento hacerlo. ¿Para qué? Existen personas, cosas y situaciones que hay que aceptarlas porque sí, nada más.
La primera vez sucedió, hace ya muchos años, en ese Socoroma empinado en la precordillera andina, en un mes de noviembre, en plena faena de siembra de la papa, y desde ahí se me repite siempre que escucho “Pachallampe, kirkillampe, que esa rosa taikillampe…”. Luego, en las vueltas de un cachimbo bien floreado; en los saltos de un baile chino; en la platería que tintinea con la claridad y fuerza del mapudungun; en la guitarra que campea en una trilla a yegua; en el amor a la tierra chilota que todavía se mide por almud; en los divertidos caminos de la vida que se entretejen como un juego en el kai-kai Rapa Nui; en La Tirana, en Livílcar, en Yumbel, en Rano Raraku; en la presentación de una agrupación folclórica; en una velada escolar…
No hay lugar de Chile, no hay situación vinculada a la cultura tradicional de este país pluricultural que no hable de esta mujer, que no sean testigos de su trabajo incansable de recolección, investigación, proyección, difusión y protección de la identidad y del sentido de pertenencia. Sus discípulos y discípulas siguen sus huellas —como esas miguitas de pan del cuento infantil— para llegar siempre a buen puerto.
Ya me acostumbré a verla siempre. Me agrada. Me siento acompañado y comprendido. La imagino como un ekeko andino: cargada de buenas nuevas, de buena suerte, salud, dinero, amor… cultura.
¡Que sea en buena hora!
Patricio Barrios Alday
Investigador y Docente de Cultura Tradicional
Embajador Cultura Chinchorro Municipalidad de Camarones
Director de Intín Wawanakapa
Margot Loyola en 3D
En Margot Loyola percibo tres dimensiones interrelacionadas entre sí que estructuran su personalidad artística —aquella personalidad que la identifican como única, como maestra y como muy nuestra— e hicieron posible su gran obra: la psicológica, la estética y la ética.
La dimensión psicológica, alimento constante de su actitud positiva frente a la vida, que estimuló su sensibilidad musical y desarrolló sus intuiciones históricas y creadoras.
La dimensión estética, manifestada en su inteligencia, que la llevó a valorar y descubrir las expresiones musicales del alma de Chile, la que expresó a veces con la sencillez de la guitarra y otras con la belleza, la sobriedad, la elegancia y la dificultad del arpa chilena.
Por último, en la dimensión ética de su obra percibo un afán intransable por la autenticidad, por las raíces históricas, por su correcta interpretación; percibo un afán por ser inclusiva de las manifestaciones de todas las naciones y culturas, de Arica a Magallanes, de Los Andes a Rapanui, sin excluir lo divino.
Margot Loyola emerge hoy como una mujer de corazón grande y ánimo decidido, en tiempos en que estos modos de ser no son lo popular, pero pueden llegar a serlo.
Padre, Dr. Dietrich Lorenz Daiber
Pbro. Vice Gran Canciller de la PUCV