Buscando a Kay y Xeng Xeng Vilú desde la teatralidad mapuche
Francisco Sánchez Brick, Tryo Teatro Banda
Libro financiado por Fondart, 2009, 117 páginas
Intentar descifrar los códigos de los procesos creativos, de escucha atenta a las voces de los creadores más allá de las prácticas y técnicas artísticas, e indagar cómo y desde dónde se crea, resulta cada vez más apasionante e ineludible para quienes trabajamos en el campo cultural.
Recorrer esos territorios no resulta fácil en la creación artística en Chile. No abundan las publicaciones que hablen de la investigación que da forma a las obras que conocemos; son escasos los autores que documentan sus procesos. Es mucho más frecuente tener acceso a partir de las rendijas que se abren en la conversación íntima y en la observación del desarrollo del oficio, en el que la investigación está ligada al hacer cotidiano. Una aproximación intuitiva acerca del cómo se gatillan asociaciones libres y creativas entre texturas, olores, palabras, imágenes que activan y remecen una memoria corporal individual.
En medio de esas preguntas aparece un libro de Francisco Sánchez Brick, director, dramaturgo y actor de la compañía teatral Tryo Teatro Banda. Un ser luminoso, profundo y juguetón, trascendente en su búsqueda espiritual y artística. En este episodio de su viaje, el autor aborda nuevos mitos, revolviendo la historia, haciendo af lorar nuevas miradas. Su invitación es a acompañarlo a recorrer los caminos creativos que dieron forma a la obra teatral Kay Kay y Xeng Xeng Vilú, escrita en mapudungun y castellano; en otras ocasiones estos periplos devinieron en Cautiverio Felis (sic) Pedro de Valdivia, la gesta inconclusa, Jemmy Button, La expulsión de los jesuitas y Parlamento, entre otras obras. Lo indígena y la mirada crítica sobre los conquistadores y la constitución de lo chileno son parte vital de su existencia creadora. Un vínculo que busca de manera incesante en “la tierra” más que en sus observaciones y que en este libro denomina el “[…]universo insospechado y fantástico del teatro indígena precolombino.”
En esta ocasión va al origen, al mito, advirtiendo que llamarlo así no significa en “[…] ningún caso […] desautorizar la veracidad de los hechos principales.” Así, aborda la historia de dos serpientes que protagonizan el nacimiento del pueblo mapuche, indagando desde el relato de fuentes primarias, en territorio mapuche en Chile y Argentina, “[…] visitando lugares sagrados, conociendo su lengua y el mundo material, espiritual y político en que se encuentra este pueblo hoy.” Se adentra en el Wall Mapu escuchando voces de la tierra y de los hombres de la tierra, incluso a través de los sueños: “[…] una machi se me apareció en sueños y me ordenó hacer un cocimiento de f lores de copihue, y luego trapear mi casa con el agua.”
En 117 páginas, Francisco Sánchez Brick transita desde la primera referencia editada sobre el mito, realizada por el jesuita Diego de Rosales en la Historia General de el Reino de Chile, Flandes Indiano, escrito en 1606 y editado en Chile en 1877 por Barros Arana. En uno de sus acápites descriptivos habla de “las cosas de Chile” y se refiere al mito de las dos serpientes. Señala Sánchez Brick que siendo Rosales un sacerdote jesuita, había recogido este relato de boca de los propios mapuches y sobre él había construido una serie de asociaciones bíblicas y “[…] de desprestigio de la religión nativa” y que a su juicio es “ilustrativo de la manera en que los occidentales nos hemos vinculado a las culturas indígenas”. Sin embargo, también resalta que el sacerdote Rosales es pródigo en alabanzas a la sabiduría mapuche en áreas como el conocimiento y las medicinas naturales y destaca su obsesión por la libertad.
Son carillas que condensan una búsqueda autoral y que construyen una mirada sobre el tema indígena, que no evade actores, incluyendo la institucionalidad pública. De ese modo, desde su llegada al territorio mapuche, los vínculos con Conadi de la Región del Biobío, su acercamiento a su Comisión Lingüística, como también sus pasos a través de la cordillera están documentados. Cada interlocutor y conversación sostenida está registrada; mapuches y no mapuches emergen del relato, que sigue una línea histórica que se inicia un 5 de septiembre hace más de seis años atrás. La historia de la lucha entre las serpientes comienza a ser narrada por Lorenzo Neculqueo, lonko de Tranaquepe, comuna de Tirúa, y seguirá siendo contada a lo largo del camino por otros lonkos, ñañas, artesanos, algunos winkas y los gauchos mapuches.
La escritura dramatúrgica comienza frente al mar, con la Isla Mocha en el horizonte, a 35 kilómetros mar adentro, un lugar especial para la cultura mapuche, piensa Sánchez Brick, el lugar más occidental del Wall Mapu, donde “muere el sol” y a “donde iban las almas de los difuntos.” Preguntándose cómo contar teatralmente este mito a los niños, entendiendo que “todo mito se origina en un desajuste de la armonía, producto de acciones propias del hombre.” Junto con ello, los compañeros de ruta comenzaron a definir la propia lectura sobre la cultura mapuche y su relación con los chilenos y su cultura de consumo y destrucción del medioambiente. En ese contexto creativo, Sánchez Brick reseña: “César Ankalaf planteaba los parlamentos desde el chedungun. Muchos parlamentos del guion partieron así, del mapuche al castellano.” Para arribar finalmente a la creación de un guion bilingüe para niños, con narrador y personajes.
Posteriormente, en Santiago, Sebastián Vila comienza la labor de dirección de la obra, propuesta que también se documenta y fundamenta en el libro, y que cuenta además con un apartado sobre teatro indígena. Ese momento del proceso creativo da paso luego a las primeras funciones con niños en el valle de Pocuno y Cañete.
Mucho más queda para la lectura. Solo señalar finalmente que la investigación se sucede en distintos escenarios, lenguas y atmósferas, y se remonta a los orígenes de la cultura mapuche, siglos y siglos atrás, en un territorio sin los límites que hoy conocemos.
Es una indagación teatral que refleja un acercamiento profundamente humano, cada vez más cercano y cariñoso, y que transmite la emoción del autor ante cada nuevo descubrimiento, los que comparte generosamente en el documento, que lleva al autor a señalar: “De verdad, estoy convencido de que la sanación de las relaciones entre los pueblos mapuches y chileno pasa por el vivo interés que miembros de ambos pueblos pongamos en conocernos legítimamente. Mientras esa herida no sane, el alma de Chile está enferma. Y es un tema de primerísima importancia, tanto como las cifras macroeconómicas o la defensa de las fronteras.”
Claudia Toro Caberletti.