El consumo cultural es un concepto de difícil definición, debido a que contiene diversas significaciones: desde aquellas que lo restringen a un acto de mercado de determinados bienes —donde entra en juego la propiedad intelectual— hasta las que lo ven como una práctica activa de apropiación simbólica, de resignificación y construcción de identidades, en una sociedad permanentemente tensionada por la desigualdad (como es el caso de la sociedad chilena).
En su artículo para Observatorio Cultural nº 2, Modesto Gayo nos propone reflexionar acerca de las complejidades de la desigualdad en el consumo cultural, reconociendo su existencia generalizada en la sociedad chilena pero también explorando las particularidades que cada disciplina artística posee en el momento de comprender las dinámicas de exclusión a la participación ciudadana en el campo cultural.
En una línea similar, Sonia Montecino proyecta la lectura de los datos sobre consumo cultural a través del lente de las desigualdades de género. En este sentido, las diferencias socialmente construidas entre hombres y mujeres se reproducirían por medio de idearios y estereotipos asociados a la oposición de los espacios público y privado, y que tienen un correlato en el consumo cultural de los habitantes de Chile.
El tercer artículo, de Carlos González, nos convoca a examinar con mayor detalle y experimentar con intensidad la extensión del paisaje nortino, permitiéndonos ver diferentes escenarios simbólicos que forman parte de la diversidad cultural de la Región de Antofagasta y de nuestro país.
La exploración de las desigualdades en el campo cultural constituye una tarea esencial para comprender las matrices que dan origen a identidades y subalternidades. Por lo tanto, mediante las propuestas de los investigadores que colaboran en la presente edición de Observatorio Cultural, invitamos a nuestros lectores a complementar sus lecturas sobre un objeto complejo, como es el consumo cultural, que exige una mirada transdisciplinar y detallada, que permita observar las sutilezas de cada proceso y la riqueza cultural de cada escenario.
Esperamos que Observatorio Cultural continúe siendo un espacio de reflexión sobre la cultura en Chile y una herramienta para mirar una parte de la realidad de nuestro país.